Hola, lo primero agradecer a la Asociación este reconocimiento a nuestro padre.
El reunirnos los hermanos para preparar este escrito ha sido una explosión de recuerdos y anécdotas sobre nuestra infancia, con nuestro padre y con la música que tanto amaba.
Los hermanos mayores recordamos los comienzos, cuando con más ilusión que medios empezaron esta andadura.
Recordamos esas primeras reuniones en nuestra casa de campo, en el bar del “Pova”, en el del “Pocholo” y más tarde en “La Zaranda”, que se convirtió en el centro neurálgico y donde siempre iban de la mano la música y el vino.
Todos los domingos escuchábamos los conciertos con él en la tele y la música clásica era lo que siempre sonaba en casa. Recordamos verlo en el aseo con la música clásica a todo volumen preparándose para ir a algún concierto.
También nos vienen a la memoria los viajes que hacíamos en familia, con sus amigos y las familias de estos, a Elda a ver alguna Ópera y a otros muchos conciertos.
Con él todo en nuestras vidas iba acompañado de música. Su Asociación, sus músicos, sus familias… Al final todos éramos una gran familia.
Si estábamos en Alicante, los domingos por la mañana siempre íbamos a la Explanada a escuchar un concierto.
El amor a la música fue una gran labor que esta Asociación consiguió inculcar en Yecla.
Estos amigos crearon la Asociación y consiguieron con ella sembrar el amor a la música en el corazón de los yeclanos.
Los comienzos fueron duros, pero en sus reuniones disfrutaron organizando conciertos, zarzuelas y trayendo a Yecla a grandes figuras de la música, de las que disfrutamos todos.
Otra cosa que nos viene a la memoria es que para él cualquier sonido era música. Si estábamos en el Arabí, escuchaba música en el sonido de los cencerros del ganado; si entraba en la imprenta “Victoria” de su amigo Venancio, escuchaba música en el golpeteo de la imprenta; al igual que en su taller escuchaba música en los golpes del yunque y el martillo.
Recordamos con mucho cariño todas las salidas con la banda a las fiestas de Raspay y a otros pueblos cercanos, a los eventos festivos en Yecla como la Semana Santa, los conciertos en el Templete del parque o esas gélidas salidas en las Fiestas de la Virgen…
Nuestro padre era un hombre alegre al que le gustaba mucho bromear, hasta con la música. Lo recordamos contando aquel chiste malo del ministro de cultura, al que tras la visita a una prestigiosa tienda de instrumentos musicales, le ofrecen escoger uno para hacerle una demostración, y al que el propietario tuvo que decir “Señor ministro, cualquiera menos el radiador”. Y eso precisamente era lo que estos “Amigos de la Música” querían para su pueblo: cultura musical, y creemos que la Asociación lo ha conseguido de sobra. Sólo hay que pasar a cualquier hora por la puerta de la “Escuela de música” y ver a todos esos niños, y también adultos, que se interesan por la música. Estamos seguros de que nuestro padre se habría sentido muy orgulloso de haber participado en ello, y sobre todo de ver que su labor fue continuada e incluso mejorada por todos los que vinieron después.
La música era parte de él y por tanto nuestra.
Su muerte, aunque pronosticada por su enfermedad, fue un gran golpe para todos.
Hasta sus últimos días siguió con sus músicos, su Asociación y su amor a la música.
En su funeral, recibimos todo el amor de sus músicos, amigos y del pueblo de Yecla. Fue doloroso, a la vez que emocionante, escuchar a su banda dentro de la Iglesia despidiéndose de él.
Estamos seguros de que allá donde esté, estará orgulloso de la Asociación y de sus músicos, de aquello en lo que se han convertido, y del esfuerzo que les ha supuesto. Seguirá en el corazón de todos aquellos que lo conocimos, pero gracias a la Asociación, estará también en el de aquellos que sin haberlo conocido forman parte de ella.
Hijos de Luis Chirlaque Milla.
