El origen de la Semana Santa

Para acercarnos a lo que denominamos “El Origen de la Semana Santa”, primero vamos a hablar sobre el de las procesiones y cómo llegó hasta nuestros días.

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La base de nuestra civilización se encuentra en la antigua Grecia y Roma, pues de ellos conservamos multitud de cosas, de entre ellas el culto a los dioses. En la Grecia antigua, se llevaban a cabo fiestas en honor a los dioses, que tenían una duración concreta y ensalzaban la imagen del dios o diosa en particular. Si buscamos en la historia, existieron dos grandes procesiones; la de las Panateneas, que se realizaban cada año; y la de los Misterios de Eleusis, de donde surge también la de Yaco.

Roma se sirvió de muchos de estos cultos a los dioses griegos y por ello éstos se extendieron hacia el Imperio Romano haciéndolos suyos. Tenemos que hacer mención a un tipo de comunidad que surgió en el siglo XIII, que son las “Ordenes Mendicantes”. Estas órdenes, dieron un giro a la vida religiosa, pues renunciaban a todo tipo de posesión personal y la donaban a la Iglesia, viviendo así de la caridad ajena, aunque posteriormente se les suministraría una renta. Se componían por Frailes y Sores.

Unas de las ordenes más conocidas fue la de los “Franciscanos”, fundada por San Francisco de Asís, y la de los “Dominicos” por Santo Domingo de Guzmán. Lo que aportaron estas órdenes fue la práctica de una nueva forma de vida religiosa, que se centraba más en el recogimiento personal. Estos fueron acercando al pueblo la cultura religiosa, instruyendo y adoctrinando sobre los misterios de la fe cristiana. De esta manera las imágenes aumentaron a partir de este momento y surgieron las representaciones teatrales del drama litúrgico como son los autos sacramentales.

Es a partir del Concilio de Trento cuando la iglesia decide acentuar el culto a las imágenes. El fin, era conseguir transmitir el mensaje religioso a las clases populares y se veía en ello una manera de evangelizar.

Partimos del hecho de que el pueblo carecía de cultura y por tanto su única forma de ser educados era a través de la pintura, escultura o representaciones teatrales. En este caso, es más efectivo que el pueblo observase antes que leyera, puesto que casi la gran mayoría del pueblo era inculto. Incultura de la que la Iglesia se aprovechó, puesto que gran parte de estas vías educativas estaban sostenidas por ella misma y ni que decir tiene que ésta exaltara al más alto nivel todos estos elementos que acabamos de mencionar en los lugares de culto. En estas, las representaciones pictóricas o bien esculpidas en piedra, guiaban al pueblo por el camino de la fe, pues para llegar al cielo había que pasar antes por el purgatorio, esto se representaba muy fielmente en los frontones de las catedrales, diferenciando ambos ámbitos, y a su vez se interpretaba el mal de forma desmesurada para no caer en él.

Para poder ver ya un atisbo de lo que hoy conocemos como la Semana Santa, tenemos que irnos a Italia. Uno de los primeros ejemplos de cofradías de penitencia que aparecieron en Occidente, son las “Ordo de Penitencia”, presentes en Florencia. Se trataba de fraternidades de penitentes voluntarios que se entregaban a las prácticas devocionales y penitenciales, y a la caridad pública. Recibían a viajeros y caminantes, y escuchaban la predicación de los dominicos y franciscanos. A finales del siglo XIII, se dividieron en dos grupos diferenciados por el color de sus capas, los grises son los franciscanos, y los negros los dominicos.

A mediados del siglo XIV, aparece en Siena (Italia) la cofradía de “Disciplinantes de Santo Domingo”, los cuales honraban la memoria de Jesucristo inspirándose en su pasión, celebrando el Jueves Santo y Viernes Santo. Estos disciplinantes italianos pasaron por la ciudad de Imola, llegaron a Bolonia, y de allí se propagaron hacia Módena, Reggio y Parma. Este movimiento cruzó los Alpes, y se extendió por Francia y Alemania.

También aparecieron cofradías en diferentes lugares de la geografía italiana como los “Penitentes Blancos”, que vestían de blanco con el torso descubierto y se flagelaban hasta derramar sangre, y a finales del siglo XIII en la ciudad de Pisa, existieron tres cofradías en la Iglesia de Santa Catalina, las cuales eran: los Laudesi de la Virgen, los Raccommandati de la Virgen y los Disciplinati de la Cruz.

Todas estas manifestaciones sobre cofradías y penitentes relacionadas con la fe católica, se extendieron por los reinos de Aragón, Castilla y Navarra de la mano de San Vicente Ferrer mediante su predicación.

Allá por los inicios del siglo XV se comenzaron a instituir las primeras procesiones de disciplina en España por San Vicente Ferrer. Las procesiones de disciplina más antiguas en España por este Santo, se registran en la Villa de la Ferias de Medina del Campo (Valladolid) en 1411. También aparecen documentadas las procesiones penitenciales que se basaban en dos grandes cofradías; la de la Vera Cruz y la Quinta Angustia de la Virgen.

Tras dejar Barcelona. San Vicente pasa por una grave enfermedad, que casi le cuesta la vida, en la que se le apareció Jesucristo junto con San Francisco y Santo Domingo, y le encomendaron la orden de dedicarse a predicar por las ciudades y pueblos.

Durante treinta años, recorrió el norte de España, el sur de Francia, el norte de Italia y Suiza, predicando. Curiosamente, tras sus predicaciones, seguían dos procesiones; la de los hombres convertidos, rezando y llorando junto a la imagen de un Cristo Crucificado; y la de las mujeres que alababan a Dios, alrededor de una imagen de la Virgen María.

Estos dos grupos, iban acompañando al Santo hasta el siguiente pueblo donde se disponía a predicar para ayudarle en la evangelización. Una de las primeras cofradías se llamó “La Santa Cofradía de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo” de Valladolid.

En nuestra ciudad, la Semana Santa tuvo su comienzo en la época de Felipe II. Periodo en el que existían once cofradías, destacando la de la Sangre de Jesús y la del Santísimo. Durante la década de los años veinte, comenzó un resurgimiento de las cofradías, pero debido a la proclamación de la II República decae de nuevo dejándose incluso de celebrar en 1932 y 1933.

En 1934, la semana santa de nuestra ciudad se organiza y es entonces cuando vuelve a resurgir, ahora con mayor fuerza, naciendo cofradías como La Caída y el fallido intento de la cofradía de San Pedro. Nacieron también las procesiones como tal, siendo las primeras la del Miércoles Santo y la del Viernes Santo.

Las cofradías se definían a través de los gremios, como por ejemplo: el gremio de la madera con la Cofradía de San Juan Apóstol. A través de estos gremios se organizó la Semana Santa, no quedando ninguno de ellos sin entrar a formar parte de las cofradías, las cuales se fueron poco a poco organizándose, adquiriendo las imágenes, tronos y la propia indumentaria.

En 1950, se establece el Real Cabildo y años más tarde se realiza el primer Pregón de Semana Santa. Con el paso de los años, con la ayuda del ayuntamiento, rifas, ventas de animales, colocación de baterías para la iluminación de tronos, etc. La Semana Santa va cogiendo forma hasta lo que ha llegado a nuestros días.
Gracias a la predicación de San Vicente Ferrer por gran parte del territorio español y por su ferviente creencia en Jesucristo, surgió la manera de celebrar la Pasión y Muerte de Jesucristo a raíz de esa pequeña procesión de conversión de los ciudadanos, de la que ha ido evolucionando y llegando a grandes dimensiones como las realizadas hoy en día en Andalucía, Castilla y León, y como no, en nuestra Región de Murcia, algunas de ellas declaradas de Interés Turístico Internacional.

Roberto Puche Rubio,
enero 2015

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