La imaginería – Las imágenes

Y siguiendo en mi camino para hablaros sobre Semana Santa, ahora me propongo contaros cómo las imágenes que vemos ahora en nuestras calles procesionando han llegado a nuestros días.

En un principio, el cristianismo más antiguo no concebía una imagen sobre la tierra para venerarla. En el libro del Éxodo, encontramos en la palabra de Dios: “No te harás escultura, ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les darás culto”

Fue a mitad del s. III, con el emperador romano Decio, cuando ya se censuraron imágenes. Encontramos también, ornamentos de imágenes bíblicas de ángeles, palomas o áncoras, de la que después se transformaría en una cruz. Fue San Clemente, uno de los padres de la Iglesia en Alejandría, quien sugirió el acceso a Cristo mediante estos símbolos para evitar caer en el pensamiento pagano. Igualmente, a mitad del s. III encontramos representaciones bíblicas en el cementerio de Roma, como el Arca de Noé o el Buen Pastor. El historiador alemán, Hans-Georg Thümmel, al igual que otros historiadores, duda de la fecha de estas imágenes, lo que demostraría que el origen de estas no viene de la teología de la iglesia, sino de piedad popular.

La iconoclasia actuó en perjuicio de la iglesia católica, destruyendo sus imágenes. Hubieron dos períodos iconoclásticos en los que la Iglesia se vio perjudicada. En el primer periodo, el emperador bizantino León III “El Isáurico”, ordenó que se quitase la imagen de Jesús que estaba colocada en la puerta de Calcis, en el Palacio de Constantinopla, y se reemplazase por una cruz, por razones militares y por la erupción de un volcán. León II lo veía como la ira de Dios por venerar sus imágenes. Tras morir, el primer periodo iconoclasta llegó a su fin.

El segundo periodo, el emperador armenio León V “el Armenio” que por sus derrotas militares, entendió que era un descontento divino. Tras su ascenso, vio la posibilidad de revivir la iconoclasia a través de sacerdotes, monjes y miembros del senado. Al morir León V, ya en tiempos de su nieto Teófilo, quien murió dejando a su esposa Teodora regente del hijo menor, se proclamó la restauración de las imágenes.

A partir del Concilio de Nicea II, convocado por la controversia iconoclasta del momento, se defendió la veneración de las imágenes sagradas en Iglesias, casas o en las calles. El uso de estas, ayudaba a los fieles a postrarse ante los misterios de la fe cristiana. La veneración por las imágenes, es un signo de gran patrimonio artístico de las iglesias y ha incrementado la devoción popular. Los feligreses rezan ante ellas, las adornan con flores o luces haciendo una particular reverencia ante estas y llevándolas en procesión. Y es ya en el Concilio de Trento, donde la iglesia fortalece el culto a las imágenes ante los ataques de la reforma luterana. Durante el barroco, la imaginería se desarrolló extraordinariamente en las zonas mediterráneas, Península Ibérica y América.

En España, el arte de la imaginería se desarrolla espectacularmente y del cual podemos incluso hablar de varias escuelas. La escuela castellana se ubica en Valladolid, y su representante más insigne es Francisco de Rincón, que es el que consigue desarrollar un nuevo estilo. De Rincón, murió de forma prematura y dejó un gran legado. Los precedentes de esta escuela son los maestros Juan de Juni y Alonso Berruguete. En el s. XVIII, se inicia con Pedro de Ávila, pero el mejor ejemplo lo encontramos con Luis Salvador Carmona.

Una de las escuelas de mayor importancia en este ámbito, quizá es la escuela andaluza. Esta escuela la podemos dividir en pequeñas escuelas como la Sevillana con Juan de Mesa como referente; la escuela granadina liderada por Alonso Cano; la escuela malagueña, heredera de la escuela granadina, con Pedro de Zayas y Fernando Ortiz; y la escuela cordobesa, representada también por Juan de Mesa. La diferencia que encontramos de la escuela andaluza con respecto a otras es la vestimenta de las imágenes.

También encontramos en nuestras islas, la escuela canaria, a través de Martín de Andújar, un manchego que llega a la Isla y formó a dos grandes como Francisco Alonso de la Raya y Blas García, pero es José Luján, el máximo exponente de esta escuela.

La imaginería se desarrolla en nuestra Región en el s. XVIII de la mano de Francisco Salzillo. Él recogió influencias italianas y fue el impulsor del Belén. Antiguamente, la escultura religiosa de Murcia, está vinculada en la primera mitad del s. XVI a través del renacimiento por escultores italianos u otros de formación manierista.

Buscando en la imaginería de nuestra ciudad, gran parte de la mitad del siglo XX, una de las obras escultóricas más antiguas es el “Stmo. Cristo de la Adoración de la Cruz”, o como se conoce popularmente como “Cristico” por su tamaño. Es una talla realizada en leño por el valenciano José Esteve i Bonet, en la que vemos a Jesús arrodillado en la cruz en el monte calvario, de 113 centímetros.

Cristico
Imagen del Stmo. Cristo de la Adoración de la Cruz Conocido popularmente en Yecla como «Cristico»

Tampoco podía dejar en el tintero una joya como es el grupo escultórico de la “Virgen de las Angustias” del ya mencionado Salzillo. Esta obra, se realizó en 1763 y representa la imagen de la Virgen, sedente al pie de la Cruz con el cuerpo inerte de su hijo. Debido a sus años, se ha sometido ya a dos restauraciones en 1963 y 1989.

Virgen de las Angustias, Salzillo
Virgen de las Angustias, Salzillo

Roberto Puche
Febrero, 2015

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