Serguéi Prokófiev, vida, obra y aportación a la música de cámara

Serguéi Serguéievich Prokófiev fue un compositor, director de orquesta y pianista ruso. Nació en Sóntsovka el 23 de abril de 1891 y murió en Moscú el 5 de marzo de 1953 (El mismo día que Stalin). Fue hijo único. Su madre era pianista y su padre ingeniero agrónomo. Fue un niño prodigio, recibió las primeras clases de música de su madre, obteniendo un gran resultado, que a los nueves años dio a conocer en su primera ópera, El gigante, a la cual siguieron tres más, la última de ellas, El festín de la peste, escrita bajo la supervisión y guía del compositor.

Reinhold Glière. En 1902, cuando empezó a recibir clases particulares de composición, ya había escrito algunas piezas. A los catorce años accedió al Conservatorio de San Petersburgo, donde tuvo como maestros a Anatol Liadov y Nikolai Rimski-Korsakov entre otros, y empezó a interesarse por las corrientes musicales más avanzadas de su tiempo, ya que el joven tenía en mente un tipo de música distinta a la que le enseñaban. En este sentido fue el «enfant terrible» de la música rusa durante la primera década del siglo XX, no solo como compositor, sino también como intérprete. Sus primeras obras provocaron gran revuelo en el público por sus abundantes disonancias y un estilo excesivamente sonoro. En ellas, el joven músico ya fue mostrando algunos de los rasgos característicos más importantes de su música, los cuales fue manteniendo durante toda su carrera a modo de estilo personal. Así pues, fue sentando las bases del que sería su propio estilo musical. Entre estos rasgos característicos se incluyen la tendencia a lo grotesco, una inagotable fantasía, junto a un recogido lirismo y a una asombrosa capacidad para crear hermosas y sugestivas melodías, que el propio Sostakovich reconocía y admiraba. Su famosa Sinfonía número 1 «Clásica» es reveladora en esta línea, que resulta más llamativa si se la compara con una obra sólo dos años anterior, entre 1914 y 1915, la Suite escita op.20. Durante estos primeros años sorprendió con la fuerza, el ritmo y la dificultad de algunas de sus obras como fueron la Toccata op. 11 para piano o el Concierto nº2 para piano y orquesta.

Aunque el joven músico tenía el apoyo de los revolucionarios soviéticos por su talante iconoclasta e irrelevante, un año después de los hechos de octubre de 1917, Prokofiev dejó su país para poner rumbo hacia Occidente, más en busca de la tranquilidad necesaria para componer, que por motivos de índole ideológica. Japón, Estados Unidos y Francia fueron los países que recorrió, no siempre con fortuna. En Estados Unidos residió entre 1918 y 1923 dando conciertos de sus obras, como las primeras sonatas o los conciertos para piano.

Mientras los trabajos escritos para la compañía de los Ballets Rusos de Diaghilev Chout, El paso de acero y El hijo pródigo fueron relativamente bien recibidos, su ópera cómica El amor de las tres naranjas fue acogida con indiferencia en su estreno en Chicago en 1921. En 1923 se casó con la cantante de origen español Lina LLubera. Entre 1930 y 1933 vivió en París desde donde realizó giras por casi toda Europa. El escaso éxito y la añoranza que sentía por su tierra fueron dos de las razones que le llevaron en 1933 a regresar de forma definitiva a su país.

Sin embargo, la Unión Soviética, había sufrido grandes cambios desde que el compositor la abandonara en 1918: a la libertad de la que los artistas disfrutaban en aquellos primeros tiempos, había sucedido el control estatal respecto a toda la creación artística, que debía ceñirse de manera obligatoria a unos cánones estrictos, los del realismo socialista.

Algunas de sus obras, como la Cantata para el vigésimo aniversario de la Revolución, fueron consideradas excesivamente modernas y, en consecuencia, prohibidas. El estilo de Prokofiev derivó entonces hacia posiciones más clásicas, desarrollando y dándole más importancia al componente melódico de sus composiciones. Algunas de sus composiciones más conocidas se compusieron en este periodo: El cuento infantil Pedro y el lobo, los ballets Romeo y Julieta (1936) y la Cenicienta (1944), las partituras para las películas de Serguéi Eisenstein, Alexander Nevski (1938) e Iván el Terrible (1942-1945), las tres «sonatas de guerra» para piano, la Sinfonía núm. 5, la gran ópera Guerra y Paz (1952)…

OBRA:

En los recitales que ofrecía Prokofiev se apreciaba la evolución del compositor, desde las obras de su primer estilo, como la Sugestión Diabólica, hasta esas dos composiciones de música pura: Chose en soi, que tienen una forma adecuada a su enorme densidad sonora. Entre estos dos estilos, la Sonata en La menor, de forma perfectamente clásica, Visiones fugitivas y Cuentos de la Abuela muestran a un Prokófiev a ratos enternecido, a ratos melancólico, lleno de humor, caprichoso y fantástico.

Hay compositores modernos en quienes las disonancias y los atrevimientos armónicos son accesorios, como resultado de una moda o tendencia de escuela; músicos que aun teniendo mucho que decir, preferían expresarlo en un lenguaje más próximo a Beethoven que a Hindemith.

En ellos, la técnica es una máscara tras la cual se oculta muchas veces un romántico.

Pero la música de Prokófiev es toda sinceridad: su concepción plástica, sus planos cortados, sus líneas escuetas como aristas de prismas perfectos sirven un pensamiento creador audaz y hasta temerario.

Algunas críticas referentes a Proófiev, como la de la directora de coro y pianista española María Muñoz de Quevedo de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, afirman lo siguiente: «No es frecuente encontrar ejemplos en la música contemporánea de personalidades tan bien definidas como la de Prokófiev.»

La música de Prokófiev en general suele ser muy rítmica, de sonidos ásperos y bastante difíciles de interpretar. Compuso numerosas obras orquestales, como las siete Sinfonías o la cantata Alejandro Nevski. También compuso cinco conciertos para piano y orquesta. Uno de ellos lo escribió exclusivamente para la mano izquierda y estaba dedicado a un pianista que se había quedado manco.

El propio Prokófiev fue un gran pianista, su técnica se adaptaba a las composiciones y nunca pretendió que ser otra cosa mas que un vehículo de éstas. Sus cualidades pianísticas le hubieran permitido abordar sin problema las obras del virtuosismo tradicional, pero no las tocaba ya que su reconocimiento lo buscaba a través de la composición. Compuso numerosas obras para este instrumento, entre ellas nueve sonatas. También le gustaba componer piezas cortas y agruparlas en colecciones, a las que ponía nombres curiosos, como Visiones fugitivas, Sarcasmos o Los cuentos de la Abuela.

La música de Prokófiev puede despertar entusiasmo y/o repulsiones, pero nunca pretende engañar fingiendo expresiones que no responden a su contenido, virtud extremadamente poco común.

Las cualidades principales de la música de Prokófiev a grandes rasgos incluyen:

  • Profundidad y concentración.
  • Temas breves y acusados.
  • Ritmos incisivos llenos de vigor.
  • Tendencia mecánica y constructivista.
  • Espontaneidad y lirismo.
  • Ternura ingenua y fantástica.
  • Apego a los bocetos de juventud.
  • Humorismo con tendencia satírica y a veces grotesca.
  • Sequedad y dureza de las armonías hasta límites feroces.
  • Empleo sistemático de la disonancia y de la politonalidad como cualidades inherentes a su propio lenguaje.
  • Concepción objetiva de la música nutrida de su propia sustancia sonora, cuyo fin está en sí misma y que desdeña todo propósito sentimental.

Analizando su línea evolutiva como compositor se puede concluir que aunque todas sus obras reúnen en mayor o menor medida estas características, se aprecia una marcada tendencia diatónica a medida que avanza su número de composición y sus melodías van adquiriendo contornos más precisos y destacados, siempre dentro de esa modalidad abstrusa (de difícil comprensión) y en cierto modo geométrica que forma su estilo.

APORTACIÓN A LA MÚSICA DE CÁMARA:

Cuarteto de cuerda Op.50 número 1

Está escrito en la tonalidad de Si menor. Se escribió entre 1930 y 1931 y tiene una duración aproximada de 24 minutos. Fue interpretado por primera vez en Washington D. C. el 25 de Abril de 1931 por el Brosa Quartet y en Moscú el 9 de Octubre de ese mismo año por el Roth Quartet.

El cuarteto consta de tres movimientos:

  1. Allegro
  2. Andante molto. Vivace
  3. Andante

Destaca el hecho de que esté en si menor, justo un semitono por debajo de los límites de la tesitura de la viola y el chelo. Otra peculiaridad es el hecho de que el último movimiento sea lento, pero dotado de una gran intensidad emocional. Como anécdota destacar que a Prokófiev le gustó tanto el final que transcribió una versión de él para orquesta de cuerdas, como Op. 50a e incluyó una transcripción para piano en sus piezas como Op. 52.

Cuarteto de cuerda Op.50 número 2, sobre temas kabardinos

Está escrito en la tonalidad de Fa mayor. Se escribió en 1941 y tiene una duración aproximada de 21 minutos. Se interpretó por primera vez en Moscú por el Beethoven Quartet el 7 de Abril de 1942. Prokofiev junto a otros artistas soviéticos fueron evacuados de las grandes ciudades cuando los Nazis rompieron su pacto pacífico e invadieron la Unión Soviética en 1941. En agosto de ese año Prokófiev viajó a Nalchik con otros artistas, entre ellos su amigo Nikolai Myaskovsky, actores como la viuda de Anton Chekhov, y otros. Prokofiev se quedó en la ciudad de Nalchik, la capital provincial de la República Socialista Soviética Autónoma de Kabardino-Balkar, al norte del Cáucaso septentrional, unas 900 millas al sur de Moscú. Durante su estancia, el gobierno oficial le pidió a Prokofiev que compusiera un cuarteto utilizando los temas populares de Kabardino-Balkar y escribió este cuarteto con temas basados en las armonías, ritmos y texturas populares de esa región.

El cuarteto consta de tres movimientos:

  1. Allegro sostenuto
  2. Adagio
  3. Allegro. Andante molto

Obertura sobre temas hebreos Op. 34 (1920)

Prokófiev escribió esta obra en 1919 durante el viaje que realizó a Estados Unidos. Está escrita para clarinete, piano y cuarteto de cuerdas, una instrumentación poco frecuente.

Prokófiev llegó a Nueva York en Septiembre de 1918. En general, sus años en Estados Unidos no fueron tan satisfactorios como esperaba. Según palabras suyas textuales: «El público de aquí no está habituado a escuchar las obras de un solo compositor durante toda la velada. Quieren un programa variado como una muestra de piezas populares. Rajmaninov ha aceptado este compromiso. No puedo ni soñar con el arrollador éxito que tiene en sus conciertos».

Sin embargo pudo procurarse frecuentes apariciones en las salas de concierto estadounidenses. Aunque Rajmaninov era el más prominente de los pianistas rusos en Estados Unidos (desde 1909-1910), Prokófiev dio varios conciertos esa temporada de sus propias obras y recalcó su imagen como pianista. A principios de 1919, recibió un encargo del grupo judío, Simro (Zimro), que emigró de la Unión Soviética (Los miembros del grupo tocaban los mismos instrumentos que los que se emplean en esta obra). Le dieron a Prokófiev una libreta con canciones populares judías y Prokófiev la completó rápidamente. Fue estrenada en Nueva York en 1920 con Prokófiev al piano.

Esta obra fue más tarde orquestada en 1924 como Op. 34b, aunque la versión orquestada no se interpreta tan a menudo.

Su estructura sigue la forma de una obertura convencional. Está escrita en la tonalidad de do menor. El clarinete y el violonchelo destacan en la pieza, al introducir el primer y segundo tema, respectivamente. Sin embargo, todos los instrumentos están equilibrados y cada instrumento toca ambos temas, casi siempre en imitación. La parte de piano, de manera curiosa, no es muy difícil en comparación con muchas de las virtuosísticas obras para piano; el pianista del conjunto Simro era probablemente un aficionado.

La música popular judía tiene una cualidad paradójicamente feliz y casi trágica a la vez que festiva, que bastantes autores, entre ellos Shostakóvich, encontraron con mucha fuerza. El primer tema, un poco allegro, tiene un ritmo saltarín y festivo, dándole un aire agitanado. También tiene un característico empleo de los intervalos de segunda menor, recurrentes durante toda la obra. El segundo tema, piu mosso, es un bonito tema en cantabile, muy adecuado al registro agudo del chelo, que posteriormente es tratado por imitación por el resto de instrumentos.

Sonata para violín y piano Op.80 número 1

Está escrita en la tonalidad de Fa menor. Fue compuesta entre los años 1938 y 1946 (Completada dos años después de la Sonata para Violín No. 2). Es una de las más oscuras y trabajadas de las obras de Prokofiev.

Tiene una duración de unos 30 minutos y está dividida en cuatro movimientos:

  1. Andante assai
  2. Allegro brusco
  3. Andante
  4. Allegrissimo – Andante assai, come prima

Para Prokfiev, las escalas deslizantes del final del primer y el cuarto movimiento describen el paso del viento a través de un cementerio. La obra fue estrenada por el violinista Lev Oborin y el pianista David Oistrakh el 23 de octubre de 1946, bajo la supervisión personal del compositor. A modo de anécdota del ensayo de la obra antes del estreno, Oborin tocó cierto pasaje, marcado en la partitura como forte, demasiado cómodo para el gusto de Prok´´ofiev, quien insistió en que debía ser más agresivo. Oborin respondió que tenía miedo de ahogar el violín, pero Prokofiev dijo: «Debería sonar de tal manera que la gente salte en su asiento y diga ¿Está loco?»

El primer y el tercer movimiento de la sonata fueron interpretados por Oistrakh y Samuil durante el funeral de Prokofiev.

Sonata para violín y piano Op.94a número 2

Esta sonata está basada en su propia sonata para Flauta en Re Mayor Op.94 escrita en 1942 pero arreglada para violín en 1943 cuando Prokofiev vivía en Perm, en las montañas Ural, un remoto refugio para los artistas Sovieticos durante la Segunda Guerra Mundial.

Sonata para flauta y piano en Re Mayor Op. 94 (1942-1943)

Tras la invasión de la URSS por parte de los alemanes en 1941 muchos artistas al igual que Prokofiev se exiliaron de Moscú. Buscó una Orden del Comité de Asuntos de Artes para escribir música para flauta, porque pensaba que este instrumento había sido descuidado injustamente por los compositores. Pasó la mayor parte de 1942 en Almaty donde comenzó a escribir la sonata. El trabajo culminó en otoño del siguiente año, cuando el autor residía desde verano en Molotov. La obra está escrita en un estilo neo-clásico y al mismo tiempo lírico. El estreno de la obra tuvo lugar el 7 de diciembre de 1943 en Moscú por Nikolai Kharkovsky (flauta) y Sviatoslav Richter (Piano).

Tiene una duración aproximada de 25 minutos. La obra fue recibida con gran entusiasmo y es una de las obras de cámara más populares para flauta. En 1943 Prokófiev escribió un arreglo de la sonata (Op. 94b) para violín bajo la petición del violinista David Oistrakh. No resultó difícil ya que la parte de flauta se podía adaptar fácilmente al violín. El arreglo fue estrenado el 17 de junio de 1944 en Moscú con Lev Oborine en el piano y David Oistrakh al violín.

Esta sonata consta de cuatro movimientos:

  1. Moderato
  2. Allegretto Scherzando
  3. Andante
  4. Allegro con brio

La mayor parte de la sonata está escrita en Re mayor, a excepción del tercer movimiento que está en Fa mayor. La primera parte está escrita en la forma sonata tradicional. El segundo movimiento es muy alegre con la sección intermedia más lírica. El tercer movimiento tiene un carácter suave y apacible y el último movimiento lleno de pasajes humorísticos en staccato. Especialmente en este último movimiento el violín tiene ventaja respecto a la flauta a la hora de realizar los saltos y los contrastes extremos en dinámica.

Javier Soriano Lorenzo.

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