Cuando me preguntan por qué hemos venido a México a trabajar siempre digo que lo he tenido claro desde que sonaron los primeros compases de Rienzi en aquel primer ensayo con la Orquesta de Jóvenes Región de Murcia, allá por el 98/99: yo quiero trabajar en una orquesta y vivir de ello. Para eso me he preparado toda mi vida, para eso he estudiado una carrera, para eso he hecho muchísimos cursos de perfeccionamiento, para eso he salido a estudiar al extranjero y me he gastado lo impensable en instrumentos, baquetas, libros, clases particulares…
Es algo difícil de entender, si no eres músico, esas miles de horas fuera de casa, viajes sin parar, o el hecho de aprovechar las vacaciones para tocar aún más y no tener cerca a familiares o amigos. Así que salir de la comodidad de casa para empezar una nueva vida tampoco es algo que veamos como una gran locura, sobretodo si lo que vas a hacer es lo que has querido desde siempre. La duda surge al ir a un país que está a 9000 kilómetros “con lo bien que se está en España”, aunque esto último, en nuestro oficio, es bastante cuestionable.
Y ¿por qué ir allí?
¿Y por qué no? En mi orquesta hay dos españoles más y tengo amigos y conocidos que tocan en otras orquestas de México, Chile o Paraguay. Las orquestas en América Central y Sudamérica están teniendo un auge muy importante en el panorama mundial. Muchas grandes producciones, antes de saltar a Europa, prueban sus shows aquí. Podemos nombrar el caso de la gira María Callas Hologram Tour, un concierto en el que un holograma de “La Divina”, tan real que casi puedes tocarla, interactúa con una orquesta en directo. Ese concierto se hizo con mi orquesta meses antes de que saliese en los Telediarios españoles.
En este año, con esta orquesta he tenido el lujo de tocar con Artistas como Andrea Bocelli o Plácido Domingo (ante más de 10.000 espectadores) y tocar bajo la batuta de grandes directores como Enrique Pérez Mesa o Eugéne Kohn. También he tenido la suerte de hacer un concierto homenaje al gran compositor Arturo Márquez trabajando con él mismo durante los ensayos. Hemos interpretado grandes obras como Scheherezade (Rimsky-Korsakov) o Romeo y Julieta (Tchaikovsky), óperas como Il Trittico (Puccini) o Plagliacci (Leoncavallo) y grandes sinfonías de Brahms, Beethoven o Tchaikovsky. Con todo esto quiero decir que, aunque prácticamente no las conozcamos, estas orquestas están ahí, trabajan bien y son una buena opción para la ingente cantidad de músicos que cada año terminan sus estudios y no tienen la oportunidad de trabajar en su país como músicos profesionales.
En España hemos pasado en pocos años, de tener mucha oferta y poca demanda, a tener muchísima gente titulada, de calidad y con ganas de trabajar sin una salida profesional clara o asegurada. La mayoría de orquestas españolas ya tienen cubiertos sus puestos y muchas de las plazas que sacan son simplemente bolsas de trabajo, nada estable. Curiosamente hay orquestas que sacan la misma plaza año tras año sin llegar a cubrirla nunca, o grandes profesionales que se pasan su vida en una eterna bolsa de trabajo, cubriendo una plaza que nunca les llega a pertenecer. Y eso teniendo en cuenta que, a día de hoy, los estudiantes españoles están muy bien valorados en instituciones europeas como la Verbier Orchestra o la Joven Orquesta de Concertgebouw, en la que este año habían 17 jóvenes españoles, de los 70 que la componen.
Es por esto que, ya desde que decidimos ser profesionales, tenemos que tener en cuenta que es casi seguro que tengamos que trabajar lejos de casa. Y cruzar el charco es una posible y buena opción.
Y ¿cómo te enteras de un trabajo que hay en una ciudad de la que nunca has oído hablar (aunque tiene casi 1 millón de habitantes) y en la otra punta del planeta?
Pues si algo tienen de bueno las redes sociales es que ahora puedes enterarte de las pruebas a orquesta que hay por todo el mundo. Páginas como Musical chairs, Audition café o Muvac (Music Vacancies) o en mismo Facebook de muchas orquestas, hacen que sea más fácil ver dónde hay demanda de músicos, qué requisitos piden y cómo y cuándo van a ser las audiciones. En mi caso, mi audición fue por vídeo, a lo que hay que sumar 6 meses de período de prueba. Aunque en una orquesta profesional, la verdad, es que estás a prueba prácticamente todos los días, sobre todo cuando aparece algún pasaje “delicado” en el que tienes que dar lo mejor de ti. Eso sí, yo pienso que ese tipo de “presión”, esa emoción de montar un concierto distinto prácticamente cada semana, esa adrenalina que sube cuando llega tu momento de gloria (aunque sean dos notas de solo), es lo que hace que te hayas cruzado medio mundo siguiendo un sueño. Cuando vuelva a España por vacaciones me volverán a preguntar “¿Cuánto más vas a quedarte?” y yo levantaré los hombros sin saber que contestar. Supongo que la respuesta correcta es: “Cuando ya no sienta nada por lo que estoy haciendo”.
Pero, por ahora, aquí estamos, un año después, recién empezada la segunda parte de la temporada, preparando ya los conciertos hasta Diciembre, con nuevos retos y nuevas partituras que afrontar (Cuadros de una exposición, Cascanueces, Rhapsody in blue…) y con muchas ganas de seguir cumpliendo metas.
Para terminar, para todos aquellos músicos que no vean una salida profesional cerca de casa y crean que mejor habría sido dejarlo todo y dedicarse a otra cosa os tengo que decir que no tiréis la toalla. Yo también lo he pensado muchas veces, pero creo que hay que seguir intentándolo. Si luego no te gusta esta vida, siempre puedes volver, no pasa nada. Te metes en un avión y en un ratito estás ahí otra vez. Al menos lo habrás intentado, pero nunca te quedes con las ganas de saber cómo habría sido ser profesional en una orquesta. Vale la pena.
ANTONIO LAJARA MARCO
Percusión Principal de la Orquesta Filarmónica del Desierto.
Saltillo, Coahuila, México.
