Pocos compositores recientes han tenido una influencia y un legado tan grande como el de Olivier Messiaen, despertando la admiración de grandes músicos. Sus fuentes en la música anterior (como el pianismo de Liszt, Ravel, Debussy o Skriabin) y el hecho de que muchos compositores actuales lo tomaran como principal referente y profesor por excelencia, hacen que normalmente sea considerado como un puente y figura clave entre la modernidad de principios del siglo XX y la postmodernidad en música.
La individualidad de su estilo, con el sentido que le otorgó al timbre y el color en su obra, fue la fuente de inspiración para muchos de sus alumnos que se convertirían en figuras de referencia de la música contemporánea. Dominó magistralmente todos los recursos tímbricos del piano, del que tomó referencia del virtuosismo de su compañera, musa y pianista Yvonne Loriod.
Ganando una inmejorable reputación en el Conservatorio de París a partir de 1950, muchos de los compositores que triunfaban en Europa habían estudiado con él, como es el caso de Pierre Boulez, Jean Barraqué, Karlheiz Stockhausen, Gérard Grisey o Tristan Murail. Lo que resulta especialmente llamativo es cómo un pedagogo tan buscado y deseado no creó una “escuela” como tal. Su visión de la pedagogía era verdaderamente admirable y honesta: no buscaba discípulos que siguieran su camino, que era totalmente personal, sino que se esforzaba en que el alumno encontrase sus medios de expresión. Mi rol, recordaba, era el de guiar, olvidar lo que me gustaba a mí mismo para intentar descubrir lo que ellos querrían y ayudarles a encontrar su propia voz. Sus alumnos le recuerdan tocando al piano de memoria fragmentos de obras orquestales de grandes compositores clásicos.
El mismo Boulez, en una entrevista en la que preguntaban sobre su relación con Messiaen y su visión sobre él, confesaba que aún a pesar de no compartir sus gustos estéticos y su visión de la música, fue el único profesor del Conservatorio de París que consideró competente durante sus estudios allí. Messiaen pedía a sus alumnos comprender los mecanismos de lenguaje de los compositores. En cuanto a mí, lo primero que me hizo descubrir fue su propio idioma, dándome la idea de independencia respecto a él, el maestro.
De hecho, él mismo se dejó influenciar por los gustos de sus propios alumnos y obtener así etapas de experimentación en su obra. Sin embargo, para sus adentros Messiaen siempre lamentó que ninguno de sus alumnos compartiera su afán por el canto de los pájaros, la iglesia y la religión en la música. Elementos clave en sus grandes obras para piano como Vingt Regards sur l’enfant Jésus, Visions de l’Amen o Catalogue d’oiseaux.
Que la música pudiera estar basada en progresiones de elementos armónico-tímbricos –basado en el uso del color, y no definido primordialmente por las relaciones entre notas-, era una idea innovadora que ni siquiera se planteaba en la vanguardista Escuela de Darmstadt en los años cincuenta. Los compositores serialistas seguían una línea totalmente diferente. Messiaen controlaba de forma magistral elementos como el ritmo y el desarrollo de los elementos en el tiempo, pero trataba otros elementos musicales como el color muy intuitivamente. Su actitud era la de ponerse en el lugar del oyente en cualquier momento, y es por esto que la sinestesia, ligada a la forma en que experimentaba la escucha, fue decisiva para escribir su obra.
La música y los gustos estéticos de Messiaen sirvieron como caldo de cultivo ideal para la corriente del espectralismo, considerándose el padre del movimiento espectral en la música. El espectralismo fue una corriente musical contemporánea que nació en Francia en los años setenta a partir de un grupo llamado l’Itinéraire. Se basa en la búsqueda del timbre como elemento primordial de la música, investigando en el espectro armónico e inarmónico del sonido. Para indagar sobre estas dimensiones fue necesario el uso de ordenador y de la electrónica y su desarrollo fue paralelo al de la evolución tecnológica. Alcanzó popularidad en los ochenta aunque se propagó hasta ser una corriente que muchos tienen como fuente de inspiración incluso hoy en día.
El compositor francés Tristan Murail decía así: Tenía ideas musicales, imágenes de sonido que quería expresar, y no podía hacerlo con la técnica serialista o dodecafonista… Las clases de Messiaen… eran una especie de shock para muchos de nosotros, porque vimos que había otras posibilidades aparte del serialismo. No tenías que pensar en música como melodía acompañada o contrapunto… pero sí en la importancia dada al timbre, como una manera de estructurar la forma.
En los años setenta compositores espectrales como Murail, Gérard Grisey y Dufourt, entre otros, formaron el grupo l’Itinéraire, un ensemble dedicado a tocar obras espectralistas francesas o de estéticas similares de la música contemporánea. Este grupo rivalizaba con el llamado Domaine Musical, liderado por Boulez desde 1954, apoyado por la alta burguesía, y que tenía el monopolio de la actividad musical contemporánea en París y fomentaba a nivel internacional la música del gusto de Boulez. Así, l’Itinéraire se constituyó como un grupo anti-institucional y con un matiz social y políticamente revolucionario. El espectralismo no era sólo una corriente musical sino toda una actitud.
La forma de componer también fomentó un cambio en la hora de interpretar y en la propia escucha, con gran atención al pequeño detalle y las sutilezas, control y consciencia del timbre como factor principal en la música, con una precisión y sensibilidad sin precedentes.
–Cloches d’adieu, et un sourire…, Murail: https://www.youtube.com/watch?v=uOa6RAMt2-8
Cloches d’adieu, et un sourire… de Murail. En su etapa temprana y antes de desarrollar el espectralismo, Murail compuso este homenaje a Messiaen, parafraseando uno de sus preludios para piano y refiriéndose a esta pieza literalmente como un adiós con el recuerdo de su sonrisa.
-Territoires de l’oubli, Murail: https://www.youtube.com/watch?v=PowkOh-k5U8
Territoires de l’oubli exige al pianista tocar “dentro” del sonido con virtuosismo, navegando en las resonancias como algo más importante que el ataque de las notas en sí mismas, con fragmentos de aleatoriedad, creando un universo sonoro sutil y lírico.
Tristan Murail es realmente consciente del papel que le otorga a su música para piano. Pone el foco de atención en la propia naturaleza del instrumento, en la verdadera esencia del piano indagando en sus resonancias. Después de haber sido tan utilizadas las técnicas expandidas para piano, ignoró cualquier proceso compositivo que pudiera ser simple “moda” y se guió por su propia percepción. Los primeros compositores espectralistas apelaron a una redefinición del piano contemporáneo, investigando cómo la variación tímbrica influía en elementos como la armonía, registro, dinámicas y articulación. Centraron su atención no en cómo producir el ataque del sonido, sino en una característica inherente del piano: la caída del sonido posterior a la producción de éste.
–Erlkönig, H. Dufourt: http://www.classicalarchives.com/work/963867.html
Filósofo, musicólogo y el compositor más “pianístico” de los primeros espectralistas franceses, Dufourt compuso Erlkönig en 2006. Requiere virtuosidad para producir sonoridades procedentes de la tradición de pianistas como Alfred Cortot, Schnabel, Michelangeli o Richter. La música para piano de Dufourt se caracteriza por un virtuosismo atado a lo decimonónico, siendo esta obra una resonancia del lied Der Erlkönig de Schubert.
–Piano (1977), Morton Feldman: https://www.youtube.com/watch?v=1XMzh34_wSc
Otros compositores como el americano Morton Feldman también siguieron por su cuenta caminos que lo condujeron en ciertos trabajos a un estilo similar al espectralismo. Para Feldman, el papel primordial de la resonancia es el del elemento que más influye dramática y psicológicamente en la escucha.
–Veils (2001), Fineberg: https://www.youtube.com/watch?v=ljfdmSqNOc0
El americano Josua Fineberg compuso Veils, otro intento de encontrarse más cerca del corazón de la música, jugando con la metáfora del velo en un sentido espiritual, filosófico, literario y musical.
–A complete wealth of time (1990), Edmund Campion: http://www.edmundcampion.com/project_acwot/index.HTML
El compositor americano Edmund Campion, que estudió en París junto con grandes compositores espectralistas, compuso esta obra inspirada en la obra de Grisey Vortex temporum.
–Tombeau de Messiaen (1994), Harvey: https://www.youtube.com/watch?v=eaMVkWGFPMM
Compositores como Jonathan Harvey también reconocieron como Messiaen el valor y la utilidad de los diminutos detalles rítmicos y melódicos. Tombeau de Messiaen ofrece un sincero homenaje a uno de los compositores y pedagogos más influyentes, y una de las grandes figuras de la música del siglo XX. Esta obra refleja no sólo la liberación de las limitaciones del mundo físico que ofrece el espectralismo sino la nueva percepción de la complejidad tímbrica y de todos los procesos asociados a ella.
En el campo de la interpretación, el mayor referente actual del piano espectral es la brillante pianista Marilyn Nonken, profesora de piano en la New York University y autora del libro The Spectral Piano. En esta entrevista habla de la música de Murail, Dufourt o Fineberg y su estrecha relación con estos compositores y con sus obras para piano;
https://www.youtube.com/watch?v=H18CRhTqAu4
Un teórico coetáneo a la primera generación de compositores espectralistas, Martin Seel, concluyó que hay tres actitudes diferentes en el proceso de percepción: la contemplación, la correspondencia y la imaginación. Es decir, la relación de los humanos con el medio, la aprehensión de la belleza y el análisis personal de ella. Lo que sí es cierto es que la herencia de Messiaen dio pie a la exploración de ambientes sonoros de gran riqueza, complejidad y belleza. Ofreciendo un verdadero mundo desconocido para pianistas y oyentes por igual, estas composiciones nos preguntan constantemente. Nos obligan a cuestionarnos.
Carolina Santiago Martínez.