¡Hola! ¡De nuevo has llegado! ¡Ya estás aquí! Efectivamente.
Tras la subida de nuestra amada virgen del Castillo reapareces con toda tu energía y fuerza. Me hablas de aroma a castañas asadas, de sabor a turrón, mazapán y peladillas.
Ya todo el mundo frenéticamente adorna sus casas con sus arbolitos, belenes y nacimientos. Las luces iluminan las calles del centro de la ciudad. Pero: ¿Olvido algo? ¡Los villancicos! Porque mucho más que lo anterior sin ellos una navidad no sería tal.
Villancicos que provocan que renazcan mil recuerdos en mi corazón. Recuerdos de mi infancia, de mis abuelos, de los amigos que ya no están en este mundo físico más en mi alma siguen habitando, porque con certeza sé que en las estrellas la Navidad se hace presente.
Presente. En este artículo me gustaría dejar un presente de consuelo y caricia con mis palabras para todo aquel que en estos momentos a la hora de la lectura del mismo no esté en su mejor momento, para aquel que sienta que la oscuridad le invade. ¡La navidad está ya aquí! Y siempre existe alguien dispuesto a abrir las puertas de su corazón y enviar abrazos infinitos.
Me encantaría que mi palabra de esperanza llegara a la Residencia de ancianos. ¿Ancianos? ¡Nooooooo! ¡Sabios! Sabios pues más de una vez han tendido sus manos para forjar un porvenir mejor.
En el año que estamos a nada de comenzar, te invito a seguir la estrella de Belén, esto es, tu intuición, a brincar y a bailar en cada ocasión como los peces en el río, y que el diapasón de nuestra revista te guíe a puerto de forma segura.
Concepción Mora Forte.
Alumna de piano de la Escuela de Música AAMY.