El pasado 17 de marzo, en pleno puente de San José, tuve la oportunidad o mejor dicho, la suerte, de ver en directo a una de las mejores formaciones musicales que hay para música procesional en la actualidad, digo una de las mejores porque si digo “la mejor” sería infravalorar a otras que también trabajan en pro de la Semana Santa. Hablo nada más y nada menos que de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Victoria “Las Cigarreras” de Sevilla.
En el entorno de la música procesional se ha comentado siempre que no es lo mismo escuchar a una gran banda en su propia ciudad o semanas previas a la semana de pasión que cuando éstas viajan fuera a tocar a diversos conciertos y festivales por toda España. Es algo lógico, pero el contraste de ambos contextos es verdaderamente sorprendente.
Hasta hace unos años, desde siempre o por lo menos lo que el que les escribe ha vivido, la música procesional y me refiero de ahora en adelante a “Bandas de Cornetas y Tambores” y “Agrupaciones Musicales”, ha estado formada por personas que bien sea por tradición familiar o por amistades han pertenecido a ellas, lo cual desde estas líneas aplaudo y admiro porque es una forma de salvaguardar la tradición de un pueblo e incluso también mencionar que dejan de lado asuntos personales para dedicarlos a esto. Personas que posiblemente han adquirido unos conocimientos mínimos de música u otras que simplemente han y están aprendiendo de oído e interpretan la música así, lo que esto me llevaría a reflexionar y preguntarte “¿Aprenderías a leer un libro basándote en cómo te han dicho que son esas palabras para poder leerlas? Quizá te dirían que “vaca” no es con “v” sino con “b” o que la palabra “haiga” está bien dicha para referirse a cosas o cantidades concretas y estarían engañándote”. Sin quitarle el mérito a nadie por el trabajo que hacen, porque el que les escribe empezó así en la música procesional, pero sí que decidí formarme y tener unos estudios de música reglados, los tiempos ya han cambiado para la música procesional.
La Banda de “Las Cigarreras” también la forman músicos, ante todo personas, como tú y como yo que tienen una larga trayectoria interpretando música de manera constante, lo cual ayuda a que la calidad musical sea bastante buena, pero también se nutre de músicos profesionales, titulados, directores que han estudiado o han hecho, mínimo, algún curso de dirección musical, de directores invitados que son titulados en composición de los que hablaré más adelante y también de personas que han investigado en el mundo de la “Corneta” llevándolo al ámbito pedagógico con grandes resultados. Es decir, se ha generado un nivel musical óptimo a través no solo de crecimiento personal sino de una formación musical que ha dado lugar a lo que hoy es esa banda. Si consigues una buena técnica con tu instrumento, una buena afinación, respetar las agógicas y por supuesto una buena imagen cara al público te encontrarás con lo que viví yo ese día en Las Cabezas de San Juan, un pueblo a escasa media hora de la capital hispalense.
Subió el telón y el escenario aparecía completamente abarrotado de gente, concretamente de 148 músicos formados en semicírculo y con la tarima del director en el centro hicieron acto presencia la Banda de “Las Cigarreras”. El repertorio a interpretar era verdaderamente exquisito, si conocemos el nivel de las composiciones para este tipo de formaciones hoy en día. Por citar algunas de ellas; “Una Palabra Tuya” de Francisco Javier Torres Simón, “En mis Recuerdos…” de Pedro Pacheco, “Lux Aeterna” de Francisco Javier Torres Simón, “Silencio, ante Herodes… El Hijo de Dios” de Cristóbal López Gándara o la conocidísima “Costalero del Soberano” de Pedro Pacheco. Dos de los compositores mencionados son titulados en composición musical. Uno es Cristóbal López Gándara, titulado en composición por el Real Conservatorio de Música “Victoria Eugenia” de Granada y otro es Francisco Javier Torres Simón. En concreto, Francisco Javier Torres Simón es Doctor en Comunicación por la Universidad de Sevilla donde ejerce como profesor en la Facultad de Comunicación y también escribe música para cine donde ha sido premiado. Con esto, podemos ya hacernos una idea del nivel de las composiciones hoy en día.
Alzado ya de brazos el director, en este caso D. Dionisio Buñuel que como decía anteriormente es el ejemplo de uno de los músicos con mayor tiempo en la banda, da las primeras indicaciones de la marcha “Luz de Misericordia” de D. Rafael Vázquez Mateo.
Como si de un hipnotizador se tratara, transcurre el concierto de esta formación intentando visualizar todo lo que acontecía en cada instante. La facilidad o habilidad que tenían los instrumentistas de viento-metal para hacer un “solo” y que no pareciera que lo estaba haciendo uno era asombrosa, tenías que fiarte en alguna ocasión de tu instinto auditivo para acertar donde estaba el solista. He aquí a lo que me refería anteriormente de que si conseguías una buena técnica con el instrumento pues pasaban estas cosas que están a la altura de aquel que se atreve a ser constante y paciente para conseguir progresos. Que decir también de la frescura y el nivel en el que se encontraba la banda, es decir, que durante el concierto sabías que esta formación estaba ya lista y preparada para echarse a la espalda las doce horas tras el paso del misterio de la Hermandad de San Gonzalo o las nueve horas con su propia hermandad de “Las Cigarreras”.
No podría pasar por alto la sección de percusión. Coordinación, seguridad, matices… Me faltarían adjetivos para calificar a esta sección de la banda tan fina y elegante. Los sorprendentemente crescendos, milimétricamente precisos que surgían de la nada, la sonoridad de sus cajas chinas tan peculiar, la afinación de la percusión en sí y sobretodo la afinación de los timbales que según me comentaron llevan dos tipos de tonos. ¡Que luego me digan que tocar el timbal o el bombo no es importante! Referirme también a los redoblantes a los cuales pude comprobar que la palabra “metrónomo” la llevan marcada a fuego y también su buen gusto por redoblar. Hacerlo sencillo es hacerlo mejor. En definitiva, un concierto para el recuerdo y sobretodo también para el aprendizaje personal.
En conclusión, la perfección es consecuencia de un trabajo previo, aunque decir perfección no sería lo oportuno pero sí la podemos atribuirla a niveles, es decir, en el contexto de la música procesional diríamos, a juicio personal, que según hayas visto y escuchado una gran variedad de éstas puedes valorar el nivel profesional de cada una según tu criterio seas o no músico profesional. Tener una buena expresión verbal es resultado de haber leído libros, terminar una carrera o una maratón es producto de horas de ejercicio físico y una buena alimentación o conseguir una Estrella Michelín fruto de haber pasado mucho tiempo entre fogones experimentando. La música es igual. Si trabajas con tu instrumento para conseguir un mejor rendimiento, los resultados serán los que deseas e incluso mayores a los previstos, siempre y cuando no olvidemos el respeto que merece la música.
Roberto Puche.