SECCIÓN: TIRANDO DEL HILO
“POPOTITOS” EN EL PARQUE
Justo Soriano Aliaga
Entre los años 1958 a 1960 el Ayuntamiento reurbanizó la zona de la Plaza San Cayetano. Se derribaron un grupo de casas y en ese lugar se construyó un Parque.
En la Explanada de la Plaza se edificó el Mercado de San Cayetano, con un pequeño Jardín adosado.
Se inauguraron todas estas obras en Agosto de 1960, según la placa que puede verse en el interior del Mercado.
El nuevo Parque limitaba por un lado con la calle de San Antonio y en el lado opuesto con el Mercado y el pequeño Jardín. Pusieron en el Parque varios bancos de piedra y una docena de árboles.
A ese Parque llegó, dos años más tarde, un ambulante que instaló bajo unas lonas varias mesas de futbolín, además de una máquina grande de música que funcionaba con monedas.
Tuvo aquello buena aceptación entre la juventud de la época, que se reunía allí en buen número en las tardes-noches. La máquina de música causaba sensación y no paraba de funcionar, entre el triqui-traque de los futbolines. De las canciones que se oían, destacaba “Popotitos”, cantada por el entonces “Mike Ríos”, acompañado por el conjunto “Los Relámpagos. Era “música moderna” y los jóvenes al oírla, movían caderas y manos de forma rápida, mientras sus piernas seguían el ritmo con extraños pasos y giros…
En el pueblo no hacía mucho que las calles céntricas estaban cambiando su firme de tierra por asfalto, para dar paso al creciente parque móvil que por ellas circulaba. Así que la infancia era desplazada del centro de las calles asfaltadas que no podían ser ya su lugar preferido de juegos.
Los vecinos se iban retirando de “tomar el sol” en los días buenos del invierno y disminuía notablemente, sobre todo en las calles del centro, la costumbre de “tomar el fresco” en las noches de verano, todo ello debido al creciente tráfico de vehículos. Además bajaba en frecuencia e intensidad las relaciones vecinales, porque un nuevo aparato, “la televisión”, llegaba poco a poco a más hogares, reuniendo a las familias a su alrededor. Y de vez en cuando se agregaba alguna visita de vecinos o parientes que carecían del aparato.
En la ciudad crecía el número de habitantes, ya que las familias preferían permanecer en la ciudad a trasladarse toda la semana al campo, debido al fácil tránsito en vehículos a motor para las labores agrícolas. Se acababa la época del “avío”, o sea, comprar comida para pasar la semana en el campo. Los carros y tartanas iban desapareciendo. Y aquel famoso programa de la radio local “La ciudad llama al campo” (que servía para informar de sucesos o dar recados a quienes se dedicaban toda la semana a las labores agrícolas) perdía oyentes y actividad, mes a mes. Los campos se iban despoblando.
La industrialización, que años antes llegó a poblaciones cercanas, comenzó en nuestra ciudad, creándose empresas que daban trabajo a un número cada vez mayor de personas, sobre todos jóvenes que preferían dejar el trabajo del campo, incorporándose a la industria. Se modificó el hábitat en la ciudad por la construcción de numerosos edificios de pisos en donde antes había viviendas de planta baja, que supusieron diferentes formas de relación vecinal.
Se aceleró el ritmo de vida por la implantación de la electricidad y los nuevos combustibles, en las viviendas y en las industrias. La velocidad pasó a convertirse en un valor importante, al igual que la maquinaria, los vehículos, las prisas… El compás del tiempo era marcado por la producción de las fábricas, en donde se construían productos para ser adquiridos. En pocos años se produjo la trasformación de un pueblo agrícola y artesano .Se convirtió en ciudad de base industrial. Se llegaba así a la sociedad de consumo.
Y la música identificaba con nuevos sonidos las transformaciones que se estaban produciendo. Surgía un nuevo estilo musical que en principio se le denominaba “música moderna” para muy pronto conocerse como “pop” y como “rock”.
Fueron los jóvenes, en nuestra ciudad, como en todas partes, el grupo de la sociedad que protagonizó los cambios que se estaban produciendo en el ámbito laboral, en la vida social, familiar y en el tiempo de ocio, que pasaba a convertirse, cada vez más, en un gran negocio.
Aquella juventud que se agitaba en la “Placica” de San Cayetano al ritmo de “Popotitos” se identificaba en los nuevos sonidos y ritmos, con las nuevas formas de relaciones laborales, familiares, sociales y de tiempo libre. Un nuevo tiempo estaba naciendo en la sociedad.
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La historia de la canción “Popotitos” arranca en Estados Unidos de la mano de Larry Williams. Se llamaba originalmente “ Bony Moronie”. Tuvo bastante éxito en el mercado estadounidense en 1957.
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La versión hispana es de Enrique Guzmán, cantante del grupo “Teen Tops”, que le puso nueva letra inspirándose en una hermana suya. Triunfó en Méjico en 1961 con el nombre de “Popotitos”. Mike (Miguel) Ríos la grabó en España en 1962. Es considerada como una de las canciones fundacionales del subgénero “Rock en Español”.
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El parque donde se escuchaba “Popotitos” desapareció porque allí edificaron, aproximadamente a principios de los setenta, un edificio, que bastante después, en 1988 pasó a ser propiedad de la Compañía Telefónica Nacional de España. Estuvo dando servicio a los ciudadanos durante algún tiempo. Luego se cerró al público. Y así permanece muchos años.
El edificio además de suprimir un Parque, del que se podría disfrutar, también resta calidad ambiental a la ciudad, por el diseño y materiales empleados, según se aprecia a la vista. No se sabe si en la actualidad tiene algún uso o si cumple la función para la que el Ayuntamiento lo entregó. Al día de hoy sólo sabemos que se perdió un espacio público y se ganó otro edificio insulso.