¿A quién no le gusta la música? Cuando vamos a una fiesta estamos deseando bailar al ritmo de las canciones durante horas; cuando vamos al concierto de nuestro grupo favorito queremos cantar a todo pulmón hasta quedarnos afónicos; para dormir o estudiar nos ponemos música relajante; cuando vamos conduciendo tenemos que hacerlo mientras suena la radio o un CD…
Está claro que la música está presente todos los días y nos acompaña en la mayoría de los momentos, entonces podemos decir que, realmente, nos gusta la música (independientemente de los gustos de cada uno).
No obstante, he podido observar que en los institutos o, incluso, ¡en los conservatorios! La gente muestra un cierto rechazo a la disciplina musical. Por ejemplo, en los institutos, cuando tocaba la hora de dar música, el 90% de la clase no quería ir, decían: “vaya mierda de asignatura”, se negaban a hacer actividades como cantar, percusión corporal… y, en los años en que la asignatura es optativa, es decir, que si quieres te apuntas, y si no, pues no, apenas llegábamos a ser 15 alumnos de más de 100 que suelen haber en un curso. Los compañeros decían: “¿Enserio te has cogido música?”
Tal vez la asignatura esté mal planteada y se deba adaptar más a los alumnos, porque sí que es verdad, que aprender música está más allá de tocar una flauta dulce.
La música, algo que poca gente sabe, es la mejor asignatura, sobre todo para un estudiante, porque es una mezcla de todas las disciplinas: las figuras rítmicas son puras matemáticas; la comunicación universal mediante una serie de sonidos como cualquier idioma; la historia que lleva detrás una pieza musical y su propio compositor; cómo afectan distintos estilos musicales a nuestras emociones son estudios psicológicos; cómo llegan esos sonidos desde el instrumento hasta nuestro oído es pura física; y, sobre todo, con la filosofía, porque no hay ninguna otra cosa que nos toque tanto el alma como la propia música.
Actualmente, gracias a jóvenes divulgadores musicales como el famoso youtuber Jaime Altozano, la gente se está interesando por la teoría musical y otros aspectos relacionados. Incluso, un video suyo sobre el círculo de quintas, consiguió ser tendencia en Youtube junto a una canción de Rosalía. ¡Quién lo diría!
Por otro lado, me sorprende más todavía cuando el rechazo viene por parte de las personas que estudian profesionalmente música. Por ejemplo, hay un concierto o audición de un determinado instrumento o formación musical y la gente, aunque la actuación esté relacionada con su especialidad, no va porque no quiere. Entonces, ¿qué sentido tiene esto? Si los propios músicos no quieren disfrutar de una hora (más o menos) de su arte, ¿realmente les gusta la música?
Por último, los músicos, tanto amateur como profesionales, nos olvidamos del verdadero significado de nuestra disciplina artística: emocionar, hacer que la gente sonría, que llore, que baile, que de camino a su casa esté tarareando lo que acaba de escuchar. A veces, nos preocupamos demasiado por tener la mejor técnica posible (que sí, hay que tenerla), de no equivocarnos en ninguna nota. Sin embargo, eso al público le es indiferente.
Como ya decía Beethoven: “Tocar una nota equivocada, es insignificante… Tocar sin pasión, es inexcusable…”
En conclusión, cuando mostremos un pequeño o gran interés por la actividad musical y consigamos emocionarnos, que se nos ponga los pelos de punta… entonces podremos decir que realmente nos gusta la música.
Juan Manuel Palao Pérez.
Percusionista Banda AAM Yecla.