Es inevitable que un entrañable recuerdo transite por mi mente durante estas semanas de noviembre; que recuerde con enorme cariño el día que tanto antes había deseado que llegase: el día de mi RECOGIDA en la banda.
Recuerdo cuando, siendo un crío, la música que ponían en el colegio “Méndez Núñez”, mi colegio, para indicar el comienzo o el final de las clases me invadía, y causaba curiosidad en mí el saber qué era exactamente lo que sonaba. Me pasaba la vida dando “la lata” a mis familiares que por entonces tenían acceso a Internet para que me ayudasen a encontrar la música que en el colegio se escuchaba (a mi memoria vienen algunas melodías, tales como la “Primavera” de Vivaldi, la sintonía de “Érase una vez el hombre” e incluso, en momentos festivos, la música típica de nuestras F. de la Virgen o la Navidad). Cuando lograba hacerme con ella, me pasaba el día escuchándola hasta aborrecerla, y de ello pueden dar prueba mis padres y mi hermana. Fue en este preciso momento en el que deciden llevarme a la Escuela de Música habiéndose ellos dado cuenta de que me apasionaba este arte, la música.
Poco a poco fueron pasando los años, y tras haber realizado los cursos de música y movimiento, llegó la decisiva hora de elegir el instrumento que te iba a acompañar a lo largo de tu vida. Claro, esta decisión realmente era difícil para un niño de 8 años. Pero si algo tenía claro yo, es que algún día quería llegar a formar parte de la enorme banda que en Yecla teníamos y tenemos (enorme en todos los sentidos: tanto en tamaño, como en calidad), razón por la cual decidí escoger la percusión. Trabajando y estudiando firmemente desde pequeño y con la ilusión de poder llegar a disfrutar tocando tanto individual como colectivamente, mi profesor Antonio Lajara me comunica en el 2007 que considera que estoy medianamente preparado para poder acceder a la Banda titular, después de varios años, por supuesto, de formación musical en la Banda Juvenil de la Escuela. La felicidad que en ese momento se adueñó de mi cuerpo es inexplicable; era una ilusión que desde pequeño había tenido y por fin llegaba el momento de hacerla realidad.
Tras múltiples reuniones, preparativos y, sobre todo, con unas ganas ingentes de aquel momento tan emotivo y esperado por mí y por toda mi familia, por fin llega aquel 17 de noviembre de 2007. Mi ilusión se iba acrecentando conforme se acercaba la hora en que la Banda iba a ir a mi propia casa para darme la bienvenida, incorporarme y hacer el primer pasacalles de mi vida. Aseguro que cuando estaba ya en la puerta preparado con mi familia y amigos y escuchaba a la banda cada vez más cerca, los nervios eran más notables en mí y el corazón se me aceleraba y desbordaba de felicidad. Así, llegó el momento en que la banda se asentó en mi puerta para llevar a cabo mi recogida. Recuerdo que sonaba el precioso pasodoble “Segrelles” que mi primo José Manuel, percusionista también de la Banda, había elegido con cariño animado por Ángel para esta ocasión también especial para él. Ciertamente lágrimas y aplausos se mezclaban cuando Ángel me llevaba a mi sitio correspondiente. Acto seguido los compañeros me rodeaban para felicitarme por mi ingreso en la Banda. El pasacalles continuaba para recoger al resto de nuevos músicos y yo me sentía muy feliz de poder estar entre las filas de la Banda de mi pueblo, pues esto era lo que tanto había deseado desde pequeño. Mi sueño se había hecho realidad.
Aseguro que desde ese mismo día hasta hoy siento que la Banda es una gran familia con la que disfruto haciendo lo que me gusta, y sobre todo, aprendiendo muchísimo. Además, formar parte de la banda me proporciona crecer muchísimo como persona y profesionalmente también. Por ello, tengo claro que, si nada me lo impide, voy a continuar siendo músico de ella hasta que me sea posible.
Ciertamente la magia que persiste entre los miembros de la banda a lo largo de toda esa tarde de la recogida de nuevos músicos es tremendamente especial. Ningún músico quiere faltar a este acto. El añorado recuerdo de aquel día en que nosotros íbamos a ser recogidos por la banda y, concretamente, el momento en que se aproximaba cada vez más a la puerta de nuestra casa, regresa a nuestra cabeza inevitablemente una y otra vez con cada incorporación, con cada nuevo músico.
Quizá para alguno resulte algo insignificante, pero sólo cuando uno ama la MÚSICA y la BANDA puede conocer la verdadera esencia de este tradicional acto de Santa Cecilia que la Banda de Yecla realiza todos los años.
Por último, me gustaría agradecer el gran trabajo que la Escuela de Música desempeña, puesto que, gracias a ella, muchas personas conseguimos identificar la pasión que tenemos por ese arte tan perfecto y universal, que, sin duda, es la música.
José Luis Palao Azorín.
Percusionista de la Banda de la AAM de Yecla.