50 aniversario, un puente entre el pasado y el presente para poder caminar hacia el futuro.

Cincuenta años no son nada, un instante del tiempo cósmico, un suspiro del tiempo geológico, un segundo de la humanidad, un abrir y cerrar de ojos de la historia creativa del hombre. Aunque si empleamos nuestra personal escala del tiempo, cincuenta son muchos años. Pero, sobre todo, cincuenta años pueden dar para mucho. Y a la Asociación de Amigos de la Música de Yecla desde aquel 17 de octubre de 1974 le ha dado para mucho.

El principal objetivo que se marcó, “fomentar el conocimiento de la música”, lo ha desarrollado con creces. Y no solo eso, durante estos cincuenta años se ha convertido en una eficaz fábrica de creación de riqueza. Una de las mayores fuentes de riqueza de nuestra ciudad. Porque la mayor riqueza de la que puede presumir un país, una nación, un pueblo, es de la educación y la cultura. La educación además de ser la principal generadora de riqueza de un país es la mayor creadora de talento y de igualdad de oportunidades. La educación es generadora de cambios, es acción, es movimiento, es transformación. Y nuestra Asociación tuvo claro que los cimientos de esta aventura que se presentaba por delante tenía que ser una Escuela de Música. Y así fue. En el año 1975, apoyada de forma desinteresada por músicos veteranos, comienzan a impartirse las primeras clases. El sueño de unos cuantos, encabezados por nuestro añorado primer Presidente, Luis Chirlaque, comienza a hacerse realidad, a cristalizar. Y comienza a producir talento, y a dar oportunidades.Y grupos de jóvenes y no tan jóvenes, comienzan a desfilar por sus aulas, precarias en sus inicios, acogedoras en el presente, pero siempre ilusionantes, seductoras, yo diría que mágicas. Y ya deben de ser muchos miles, entre ellos el que suscribe, porque el sueño nunca se interrumpe, es persistente, es tenaz, es inagotable.

Cincuenta años dan para mucho. Cuanta riqueza, cuanta abundancia, cuanta fortuna. Y cuanta generosidad por parte de aquellos que entregaron su tiempo, sus conocimientos y su buen hacer de forma altruista y desinteresada para que otros pudiéramos hacer realidad nuestro sueño: disfrutar, gozar, deleitarse y en algunos casos vivir de y para la música. Desde los orígenes de nuestra Escuela de Música en la torre del reloj, hasta el actual Casino Primitivo pasando por el Hospitalico y algún que otro local precario y provisional. Y detrás de este apasionante trayecto, de este excitante recorrido, siempre hay personas que, de forma desinteresada, abnegada y generosa, dirigen e impulsan que los sueños se hagan realidad. Gracias a mi maestro, José Ortuño, quién me inició en el solfeo y en el clarinete y al que le tengo un profundo y agradecido recuerdo. Gracias a Pedro Marco, Martín Andrés, Ángel Hernández, Eduardo Menor y Miguel Ortuño. Gracias a todos por tanta generosidad, altruismo y entrega. Vosotros fuisteis el germen de algo muy grande, de algo extraordinario, el impulso de lo que hoy es nuestra Escuela de Música, pilotada por su actual director Ángel Hernández y acompañado por varias decenas de, ahora sí, profesores profesionales. Y en ese tránsito, durante ocho increíbles años, tuve la oportunidad de guiar, junto a otros muchos colaboradores (junta directiva, equipo de gobierno municipal, claustro de profesores, etc.) el proyecto imparable de llevar a nuestra Escuela de Música al lugar que el pueblo de Yecla estaba demandando y que se merecía.

Cincuenta años dan para mucho y sobre esa sólida cimentación que era la Escuela de Música había que construir una buena estructura y esa debía de ser la formación de una Banda de Música propia. Educación y cultura se complementan, se necesitan, van siempre de la mano. La educación es un complemento para la trasmisión de valores y formas culturales como la música, y de la misma forma la incorporación de contenidos culturales en la educación es imprescindible para una formación completa e integral. Una banda de música es el encuentro entre educación y cultura. El 24 de septiembre de 1976 tiene lugar la primera actuación en público de nuestra Banda dirigida por D. José Ortuño. Los inicios de cualquier proyecto siempre son duros, faltan medios, faltan recursos económicos y espacios, escasea el material indispensable para poder llevarlo a cabo, pero se compensa con abundancia de ilusión, afán de conseguir metas y un entusiasmo apasionado por compartir el bello arte de la música. El 14 de marzo de 1982 tuve la gran fortuna de incorporarme como músico a ese proyecto incipiente que era entonces nuestra Banda y contagiarme de ese entusiasmo e ilusión que puedo decir con orgullo que cambió mi vida. Bajo las batutas de José Ortuño, Jesús Rodríguez, Francisco Rodríguez, Pedro Rubio y Ángel Hernández he podido participar en muchísimos actos, conciertos y actuaciones, pero sobretodo, compartir muchos años de mi vida con personas increíbles y entrañables de nuestra Banda y Asociación. Ellos son los auténticos héroes de estos cincuenta años, muchos de ellos anónimos, muchos siempre en segunda fila, pero absolutamente imprescindibles para que este proyecto llegara hasta donde ha llegado, una de las mejores bandas de nuestro país (los galardones obtenidos así lo atestiguan). Para nosotros claramente la mejor. Ellos con su ejemplo, marcaron el camino a seguir, nos demostraron que la esperanza es lo último que se pierde que la meta era deseable y alcanzable. Y así sucedió.

Cincuenta años dan para mucho y la historia me dio la oportunidad de salir del anonimato y situarme en primera fila de este gran proyecto ya por entonces bastante consolidado. No puedo hacer otra cosa que agradecer la decisión que tomaron los miembros de aquella junta directiva encabezados por Pepe Marco, por la valentía, el coraje, el valor y la osadía al confiar los mandos de nuestra Banda a un joven, principiante e inexperto como yo. Algunos años después también el Coro se unió a la cartera de proyectos apasionantes. Fueron en total doce años inolvidables en los que descubrí que el capital humano de nuestra Asociación era inagotable, infinito, valiosísimo.

Cincuenta años dan para mucho y a partir de aquel lejano 1975 la Asociación de Amigos de la Música se fijó nuevos horizontes en paralelo a la Escuela y a la Banda de Música. Actividades culturales e importantes conciertos que tenían como misión principal fomentar el conocimiento de la música. Prestigiosos concertistas españoles e internacionales nos deleitaron en inolvidables veladas en el salón de actos de la antigua Caja de Ahorros. Y durante cincuenta años nuestra Asociación ha promovido, impulsado, alentado y organizado incontables conciertos y audiciones, desde el año 2003 focalizados dentro del ciclo “Aula de Conciertos” y organizado por la Escuela de Música. Este ciclo (ya van XXII ediciones) ha supuesto una oportunidad y un escaparate para muchos músicos en formación que de esta manera pueden dar sus primeros pasos en el escenario e ir adquiriendo experiencia, a la vez que un lujo y una fortuna disfrutar de conciertos de agrupaciones camerísticas profesionales en nuestra ciudad.

Cincuenta años dan para mucho y muchas son las Juntas directivas que han dirigido nuestra Asociación en este tiempo. Siete presidentes (Luis Chirlaque, Romualdo García, José Marco, José Saurín, Efigenia Sánchez, Amadeo García y Francisco Muñoz)con sus respectivos cargos directivos (entre ellos mi padre). Es de bien nacido ser agradecido y no podía en este artículo olvidarme de todas esas personas que han dedicado mucho tiempo de sus vidas a este proyecto, arrebatándoselo en muchas ocasiones a sus familias y trabajos para que este sueño musical se realizara y se siga realizando. Todos ellos se merecen nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro agradecimiento en este aniversario tan señalado. Quiero en este punto dejar constancia de mi admiración personal por varias personas con las que compartí muchos momentos inolvidables de mi vida. Gracias a los presidentes Pepe Marco y Pepe Saurín. Gracias a diferentes miembros de juntas directivas, Pepe Cano, Ángel Hernández, Fulgencio Olivares, Antonio Rubio y otros muchos. Y gracias a una persona con la que compartí muchas horas de trabajo y que, aunque permanece siempre en el anonimato, ha sido un trabajador incansable en nuestra Asociación, José Miguel Ibáñez Lax (Lupi).

Cincuenta años dan para mucho y durante este tiempo la Asociación de Amigos de la Música siempre ha estado en acción, en movimiento, en continua transformación hasta llegar a ser lo que todos conocemos ahora, una Asociación dinámica y moderna, presente también en un mundo digital que nos ofrece nuevos medios de comunicación y transmisión para la cultura en general y para la música en particular. Celebrar por tanto el cincuenta aniversario es tender un puente entre el pasado y el presente para poder continuar el camino hacia el futuro, es recordar y a la vez poner la mirada en nuevos horizontes.

José Miguel Azorín Marco

Director Banda de Música 1990-1996.

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