Empiezo escribiendo este artículo sentado en un tren en Países Bajos dirección a la Haya, cayendo en cuenta de que dentro de una semana -como diría mi madre, si Dios quiere- habré completado otra participación en el ciclo del Aula de Conciertos de la Escuela de Música de Yecla.
Y es que el Aula de Conciertos está de celebración al alcanzar su vigésima edición, yo también lo estoy por alcanzar, con la de este año, mi undécima participación en la misma.
La última vez que escribí un artículo sobre el Aula fue en el 2018. Han pasado solo cuatro años y el mundo del 2018 ha cambiado radicalmente así como mi vida en este tiempo: hace cuatro años vivía en Barcelona y no sabía a dónde me llevaría la música, ¡mientras escribo este artículo ya cumplo mi cuarto año viviendo en Países Bajos! Sin embargo hay una constante que siempre está ahí y que, a pesar del tiempo y la distancia, sirve para que me reúna cada cierto tiempo con viejos conocidos en un sitio tan importante para mí como es la Escuela de Música y con gente que me ha visto crecer a nivel musical desde mis inicios.
Desde entonces, y a pesar de la pandemia, el Aula de Conciertos ha seguido adelante y, como digo, estoy realmente ansioso por volver a ella por todos los reencuentros y momentos que me esperan.
Desde su inicio hace veinte ediciones he tenido la oportunidad de participar en ella de muy diversas formas: tanto como solista, como con diferentes dúos entre los que destacan Syntagma Piano Duo y Susú & Franky, como otro tipo de combinaciones más numerosas como por ejemplo un sexteto o un combo de música moderna.
Es curioso porque si hago un recorrido por los conciertos que he realizado en el Aula se puede trazar un camino también en cuanto a mi evolución como músico: dónde empecé, como ha ido variando mi gusto y habilidades musicales, y dónde estoy ahora.
Desde luego es una cita ineludible de la oferta cultural de nuestra ciudad: cada año con más fuerza, energías renovadas y un panel de conciertos con una gran variedad de estilos y niveles que en cualquier caso ofrecen conciertos de calidad.
Como no podía ser de otra manera, una mención especial se merecen aquellos que cada año se ocupan de dar forma y vida al Aula de Conciertos y a planificar todo el ciclo. Me refiero, por supuesto, a José Miguel Ibáñez y a Cecilia Ortuño, dos buenos amigos y grandes profesionales sin los que, sin duda, este ciclo no sería posible.
Francisco Martí.