Hablaré de él sin preámbulos, pues si tuviera que describir el ritual que llevó a cabo hasta acabar llamando a mi puerta se me irían no sé cuántas líneas. Se acercó por aquí el cantante al que alguien le vino a bien denominar el «Rey del Pop»; el señor Michael Joseph Jackson. Puedo dar fe en primera persona después de haberle conocido que no es tímido,…es lo siguiente. Vestía con una indumentaria detectivesco, por medio de una sudadera con capucha y unas enormes gafas de sol que a duras penas dejaban entrever su rostro. Además, si a todo eso le sumamos que el tono de su voz al hablar es muy apagado, os podéis hacer una idea de lo que fue su visita.
De su vida en particular poco que no se sepa ya:…que nació en Gary, Indiana (USA), un 29 de agosto de 1958,…que comenzó su carrera artística junto a sus hermanos siendo el benjamín de los míticos Jackson V,…que los derechos de las canciones de The Beatles eran de su propiedad,…y bueno, un sin fin de excentricidades y frivolidades de sobra difundidas por los medios, como esa obsesión por ser blanco. Aunque lo interesante,…interesante, para mí fue el descubrir a quién, o a qué azar del destino según el músico le debía el haber llegado a lo más alto.
Bien, resulta que Michael me cuenta que un día, cuando se encontraba grabando lo que era «Thriller», su sexto álbum en solitario, tras concluir una de sus sesiones de grabación y de vuelta a casa en su coche, de repente un bajo y una batería marcando un compás de 4/4 comenzaron a resonar en su mente. Estaba tan obnubilada siguiendo aquel ritmo con sus pies que no se había percatado de que su Rolls Roice había comenzado a arder, y tuvo que ser un chico que iba en motocicleta el que golpeara su ventanilla para advertirle que se saliera rápidamente del automóvil. Aquel siniestro acontecimiento pasó a ser para él toda una revelación, y en lugar de irse a casa, se olvidó de su coche en llamas y se apresuró a llamar a uno de sus músicos para que volviese al estudio con el propósito de dejar grabada aquella melodía que tan cerca había estado de convertirse en cenizas; se trataba de las semillas de lo que sería su primer gran éxito mundial, su «Billie Jean». Grabó una maqueta con el tema para presentársela a Quincy Jones, su productor, para obtener su beneplácito para incluirla en el nuevo disco, pero éste al escucharla le planteó un montón de pegas:…que tenía un inicio muy largo y monótono,…que no tenía gancho, y lo peor,…que la había titulado con el nombre de una tenista americana de tendencia homosexual (Billie Jean King), algo que a bien seguro al público, según advirtió productor le llevaría a plantear ciertas reticencias. Afortunadamente y a pesar de todas esas trabas la tozudez del artista consiguió doblegar las tesis de Jones y su inesperada creación terminó formanco parte de «Thriller» como «Billie Jean», y no como «Not my lover», que era el título que en últimas instancias intentó plasmar la compañía discográfica en los créditos;…relegada a la cara «B» del álbum, sí, pero al fin y al cabo siendo parte de él. Michael Jackson sabía que aquellos acordes tenían algo especial y eran el preludio de su leyenda y marcarían su identidad, pues para ella idearía su clásico «moomwalk», su baile característico en el que no se sabía si el músico en su coreografía avanzaba o retrocedía al bailar y que se convertirían en «marca Jackson».
Me reveló que de la canción llegó a realizar casi 100 mezclas diferentes, pero que fue una de las primeras, concretamente la tercera toma, la que pasaría a permanecer 76 semanas en la lista Billboard americana, y a alcanzar el Nº1 de todas las listas de éxito del planeta, y bueno, a contribuir a que desde el instante de su lanzamiento en diciembre de 1982 se convirtiera en el trabajo más vendido de la historia de la música con un total de más de más de 60 millones de copias.
Sobre su letra me comentó que se ha especulado con todo tipo de habladurías:…la leyenda de la tenista,…unas cuantas amigas suyas que decían ser la «Billie Jean» (click aquí para escuchar) a quien se la había compuesto, como fue el caso de una tal Teresa Gonsalves, una de sus novietas de juventud, pero nada más lejos. La canción en según me confesó habla en sentido figurado de una chica, una «groupie» que intenta hacer responsable de su embarazo a un cantante en particular del que se había enamorado perdidamente hasta el punto de tramar algo así para llamar su atención. Es de suponer que ese cantante al que hace referencia es él mismo, ya que en su etapa de Jackson V pasó por ese mal trago con alguna que otra fan por la que se sintió acosado y tuvo que acudir a más de un juzgado, un hecho que le hizo reflexionar sobre el qué lleva a una persona a hacer lo que sea por unos minutos junto a su ídolo. El caso es, que no busques más allá de esta idea en el fondo de la canción ni intentes encontrar a ninguna «Billie Jean» de carne y hueso.
Y con un tenue goodbie salió por mi puerta, y mirando al suelo y bajo esa capucha y tras sus gafas se fue alejando y en la distancia me dedicó un último «moomwalk» antes de que desapareciera la oscuridad de St. Peter.
No es que fuera yo una devota de su música, pero reconozco, y es evidente, extravagancias al margen, que a Michael Jackson no le vino la fama rodada sin más, que algún genio o hada madrina le golpearía con su barita mágica y le otorgaría en un momento dado un halo especial. No obstante y después de escuchar su historia estimo que el personaje acabó devorando a la persona y distorsionando su carrera artística, pero quién sabe, tal vez de no haber sido así no hubiese llegado a donde llegó.
Eleanor Rigby.