MALOS TIEMPOS PARA LA LÌRICA / GOLPES BAJOS

 …Y yo que pensaba que este día de Navidad, con las fechas que son, lo iba a pasar sola. Pero no, me  encuentro esta mañana, con que ha venido a pasarla conmigo Germán Coppini, uno de las los exponentes de eso que se vino a llamar en la España de la década de 1980, La Movida. Supongo que todo ha tenido que ver, con que el santanderino pasó a esta otra dimensión un 24 de diciembre de 2013. El músico me contó, que él había tenido realmente tres vidas musicales. La primera, me cuenta que  la  empezó a vivir allá por 1981,  como vocalista de un grupo punk que comenzó llamándose Mari Cruz Soriano y los que le afinan el piano, pero que pronto cambió su nombre al de Siniestro total. Claro que, mucho al parecer tuvo que ver en la elección de esa nueva denominación, según me confesó Coppini, la situación  en lo que quedó el coche del padre de Julián Hernández, otro de los componentes de la banda, un día que andaban de fiesta. Aunque también me dijo, que su paso por ese primer grupo fue algo efímero. La culpable, sorprendentemente, una botella que le lanzaron en un concierto que ofrecían en Barcelona y lo condujo directamente a la cama de un hospital. Resulta, que en ese periodo de convalecencia, le dio por retrotraerse en el tiempo, y la nostalgia le hizo contactar con un antiguo amigo del instituto; Teo Cardalda, otro inquieto por la música, con quien le empezó a dar forma a un nuevo proyecto que acabaron bautizando como Golpes Bajos, con el que poco a poco se fue desvinculando de Siniestro Total; y ahí emprendía su segunda vida musical, con esos Golpes Bajos, a los que se unirían más tarde Pablo Novoa y Luis García. Tuvieron un arranque y éxito fulgurante, cuyo principal responsable, afirmó Germán, fue el padre de Teo, quien sin pedirles permiso, envió una cinta de casete con caniones suyas, a un concurso de la revista Rock Espzial, del que increíblemente resultaron ganadores y abriría las puertas de la fama. El cantante me dijo, que el recorrido de la formación en sí,  pese a su relevancia, fue corto, hasta 1986, y que luego, entre idas y venidas, encuentros y desencuentros, pudieron alargar su historia  en activo hasta 1997. Pero que a esas alturas, ya pesaba más lo que era su tercera vida musical, es decir, ese camino en solitario como tal; …como Germán Coppini. Me comentó que en realidad lo había iniciado  tiempo atrás, con un primer trabajo discográfico; El ladrón de Bagdá, con el que alcanzaría ya el final de sus días.

Como en otras ocasiones, me quedaba conocer si había alguna canción en especial, que él tuviera como fetiche de lo que habían sido esas tres vidas musicales, y  Germán Coppini me dijo que sí, que sin duda, esa era sus “Malos tiempos para la lírica”. Un tema al que le comenzó a dar vueltas en aquella cama de hospital. Allí, como describe la letra de su canción, sentía la ausencia del azul del mar inundando sus ojos y el aroma de las flores envolviéndole. Un deseo imposible en ese  triste entorno, en el que indirectamente, el recuerdo de un poema de  Beltrolt  Brecht, titulado igualmente Malos tiempos para la lírica,  acabó moldeando  esa composición en su cabeza, que junto a su amigo  Teo Cardalda, guardaron en aquella cinta de casete, que un imprevisto destino le llevó a ganar un concurso…Tan simple y complejo como eso.

Y poco más, un par de copas de champagne para celebrar el día que era, y el afable Coppini se despidió de mí con un hasta pronto, pues antes del último brindis me comentó, que igual nos volvíamos a encontrar en una cuarta vida msical; quién sabe…

Eleanor Rigby.

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