Cuando ayer por la noche todo apuntaba a que cenaría sola, de repente escuché algo de ruido afuera y pude distinguir en la oscuridad a dos personas. En un principio pensé que se trataría de un par de turistas rezagados, pero al comprobar la hora que era, y dar por supuesto que el cementerio ya debería de estar cerrado, no me quedó otra que pensar que tal vez estaba de suerte e igual, alguien realmente había venido a visitarme. Y así fue, tuve la fortuna de compartir mesa y mantel, después de la visita que me hizo hace unos días Antonio Vega, con otro cantante español, pues se acercó hasta aquí Nino Bravo. Iba acompañado por un chico, un tal Peter Fechter, al que al parecer Nino le dedicó en vida una canción un tanto simbólica. Y bien, ya que estamos, si os parece me salto los pormenores del ágape que les preparé y voy directamente a lo que fue la velada posterior, y a la historia que me contó sobre esa canción en particular; su emblemático “Libre” (escuchar aquí).
Por lo visto, siempre se pensó que la letra del tema escondía un mensaje metafórico sobre lo que significaba la palabra libre” en aquellos tiempos convulsos en los que la dictadura franquista miraba con lupa cualquier mensaje oculto que pudiera esconder detrás de sus obras cualquier artista del momento, pero nada de nada, me reveló que la canción fue compuesta para él por José Luis Armenteros y Pablo Herrero, componentes del grupo Los Relámpagos, quienes se la dedicaron en especial a la primera persona que murió en el intento de cruzar el muro de Berlín a principios de la década de 1960, cuando aquel muro ejercía de frontera y dividía en dos la ciudad de Berlín. Como puedes suponer, claro está, aquella víctima no era otra que el mismísimo Peter, el chaval que andaba con Nino. Resulta que él a sus escasos 18 años de edad, en junto a su amigo Helmut Kulbeik, tenía previsto pasar, aprovechando algún descuido de los guardias allí apostados, del Berlín Este, al Oeste. Aparentemente su plan parecía fácil y consistía en sortear con argucia los entramados de alambradas y el denominado “Muro de la Vergüenza”, pero cuando todo apuntaba a que habían logrado su sueño, una ráfaga de disparos realizada soldados soviéticos desde el lado este, alcanzó a al joven Fechter. Helmut, su compañero, consiguió su propósito, pero su amigo quedó en la zona que se denominaba “Tierra de Nadie”, un espacio a ambos lados del muro sin jurisprudencia en el que nadie se sintió responsable de prestarle ayuda. Y así, sin más, con un montón de gente a ambos lados de la frontera como publico de aquella barbarie, Peter Fechter de una forma agónica moría desangrado, sin que nadie de los allí presentes se atreviera a socorrerle por miedo a terminar como él. Aquella noticia acabó dando la vuelta al mundo, y terminó diez años más tarde esa emotiva canción en boca de Nino Bravo, e incluida en su álbum “Mi Tierra” en 1972, aunque realmente ésta, había sido presentada en un programa en televisión antes de ser lanzado su disco.
Luego, supongo que sabes parte de la efímera carrera musical de Luis Manuel Ferri Lloopis, que era el verdadero nombre de Nino, quien había nacido en Aielo de Malferit (Valencia), desde donde emigró con su familia a Valencia, y se comenzó ganando la vida trabajando en una joyería y una bodega antes de alcanzar la fama como cantante. Pero su éxito tuvo como te he advertido un corto recorrido, apenas cinco años, pues un 16 de abril de 1973, en lo que era la antigua NIII que unía Madrid con Valencia, sufrió un accidente de tráfico y su vida se apagó a sus 28 años.
En aquella frontera de hormigón a la que dedicó su canción Nino Bravo, y que dividió a Alemania en dos entre 1961 y 1989, año en el que se decidió derruir dicho muro, se estima que murieron en el intento de atravesarlo alrededor de 260 personas, y en 1990, en el punto en el que fue abatido Peter se levantó un monumento en homenaje a todas ellas. Luego, como era de esperar, supongo que el sentimiento de culpabilidad de algún mandatario, llevó a que dos soldados soviéticos confesaran que fueron ellos los que en 1962 dispararan sobre Fecher, y se les condenó a un año de cárcel;…una anécdota más para la historia, en la que de nuevo se juzga y condena a quien aprieta el gatillo y no a quien incita a disparar.
¿Cómo te quedas? Espero que ahora, cuando escuches de nuevo la canción y pienses detenidamente en su letra, la percibirás con un sentimiento diferente.
Hasta pronto:
Eleanor Ragby.