Si tuviéramos que elegir un personaje trascendental de nuestra cultura, el que más ha influido en la literatura universal, ese sería sin duda alguna don Quijote. Este libro extraordinario contiene tantos matices, tantas posibilidades de lectura distintas que durante muchas generaciones ha llevado de cabeza a todos los críticos que se han atrevido a intentar interpretarlo. Pero para nosotros, los simples lectores, es un verdadero regalo, una obra inagotable que sorprende y divierte continuamente a quien se adentra en sus páginas. Y es una pena que solo un pequeño porcentaje de los españoles lo haya leído verdaderamente. Según una encuesta un veintiuno por ciento afirma haber leído este libro. No me lo creo; una cosa es que se diga que se ha leído y otra muy diferente que eso sea verdad. Para mí que no llegamos ni al cinco por cien.
Tenía yo doce años cuando en el instituto una profesora nos dijo que para ese curso debíamos leer todos el Quijote. No hay mejor manera de espantar para siempre a un posible lector que obligarle a una lectura para la que aún no está preparado. El intento acabó naturalmente en un fracaso colectivo que nos llevaba a una conclusión demoledora: si este es el mejor libro de la literatura y a mí me resulta insoportable, entonces a mí no me gusta la literatura.
Por fortuna volví a intentarlo unos más unos años más tarde y allí me llevé la gran sorpresa. Desde entonces no he dejado de leerlo y siempre encuentro algo nuevo que me desconcierta. Pero por desgracia nosotros los españoles contamos con un grave inconveniente. El libro se nos ofrece en su lengua original, es decir, la de hace cuatrocientos años, mientras que aquellos que lo leen traducido a otras lenguas tienen la suerte de leerlo en un idioma que es el mismo que ellos utilizan a diario. Se han hecho algunos intentos para solventar este problema. El más acertado me parece la traducción al castellano actual que ha realizado Andrés Trapiello. Quede aquí como una sugerencia para quien quiera iniciarse en esta lectura y hasta ahora le haya parecido inaccesible. Ya no hay excusa para no leer este libro fascinante.
¿Y qué impacto ha tenido en el mundo musical? Pues muy grande. La elevada espiritualidad del caballero, su anhelo de sustentar la justicia, su fe en los más puros ideales, su amor por Dulcinea, todo esto ha inspirado delicadas melodías a los diversos compositores que han tratado esta figura, en tanto que también han dado mucho juego los momentos épicos de la historia, las ensoñaciones gloriosas, los desafíos a los supuestos gigantes (molinos) o a los ejércitos enemigos (rebaños). Así muchas de las más famosas melodías que esta obra ha inspirado, se decantan por el lado de lo lírico, como en las evocaciones de Dulcinea, o por el épico, que es toda la andanza caballeresca.
La lista es muy larga. Henry Purcell fue uno de los primeros, al que siguieron otros como Georg Philipp Telemann, Gaetano Donizetti y Jules Massenet, Maurice Ravel compuso sobre nuestro héroe unas deliciosas canciones para barítono de las que hay muy buenas versiones en YouTube, como la de Fischer-Dieskau. Richard Strauss le dedicó su opus 35 en 1987, un poema sinfónico para violonchelo, viola y orquesta, del que dejo el enlace de una grabación con Rostropovich y Karajan, quien es capaz de dirigir los 45 minutos que dura la obra sin abrir ni un solo momento los ojos, como si estuviera soñando una música que se sabe de memoria nota por nota.
Entre los compositores españoles don Quijote propiciado una extensa producción. Conrado del Campo, los hermanos Halffter, Salvador Bacarisse, Robert Gerhard, Carmelo Bernaola, Antón García Abril, Tomás Marco… En fin, una larga nómina en la que destaca la ópera “Don Quijote” compuesta en el año 2000 por Cristóbal Halffter. Por cierto que esta estela de composiciones llega hasta nuestra Escuela de Amigos de la Música, porque el guitarrista y compositor Juan Saurín estrenó su obra “El Quijote” el 25 de abril de 2015 en un concierto para grupo de rock y en el que actuó la Banda de nuestra Asociación bajo la dirección de Ángel Hernández. Concierto que fue emitido posteriormente por Radio Nacional de España.
De toda esta larga lista de producciones sin duda destaca la que para muchos es la mejor obra de Manuel de Falla, por lo menos es mi preferida, el “Retablo de Maese Pérez”, que recrea el famoso capítulo en el que don Quijote contempla una representación con figuras que hoy llamaríamos “de guiñol”, y donde acaba por tomar, una vez más, la ficción por realidad. Hay de esta obra extraordinaria varias versiones disponibles en YouTube; dejo un enlace que seguro que va a encantar quien no conozca esta composición.
Por último solo me queda añadir que el hidalgo manchego también ha recorridos los teatros de Broadway en forma de musical. Efectivamente, “The man of La Mancha” ha gozado de una popularidad extraordinaria gracias al texto de Dale Wasserman y a la música de Mitch Leigh. Este espectáculo fue estrenado en 1965 y desde entonces se ha interpretado en los países más importantes de todo el mundo. Todos conocemos la melodía de la canción “El sueño imposible”, sí, esa que empieza con “To dream the imposible dream”, y que es la pieza más conocida de la película protagonizada por Peter O’Toole, escena de la que dejo un enlace a continuación.
Me doy por satisfecho si estas líneas han servido para que sientas curiosidad por las obras que nuestro personaje ha inspirado; pero si da la casualidad –por desgracia muy probable- de que estás entre ese noventa y cinco por cien de españoles que no han leído el “Quijote”, mi mayor deseo sería que sintieras la curiosidad de empezar de una vez a leerlo. Y si el español del XVII se te atraganta, ahí tienes la actualización de Trapiello para ayudarte a disfrutar de esta obra excepcional. No te arrepentirás.
Francisco Martí.