La experiencia Erasmus ha sido por lo general una de las mejores experiencias de nuestras vidas, tanto musicalmente como personalmente. En nuestro caso el destino fue Dublín (Irlanda).
Encontrar alojamiento en Dublín no fue fácil debido a la poca oferta que hay, las opciones posibles podrían ser familias de acogida, residencias de estudiantes o habitaciones individuales. Además nos pareció curioso que en Irlanda todo eran casas, sí que habían grandes edificios, aunque escasos, y solían ser oficinas, empresas, hoteles o con cualquier otro tipo de uso más empresarial. En nuestro caso David consiguió encontrar una casa compartida con una familia y yo con unos compañeros de canto de la academia. La academia por su parte suele aportar ideas en cuanto al alojamiento, aunque en este aspecto deberás buscarte un poco más la vida. En cuanto al precio de las habitaciones ronda los 500-550€, desde luego es muy caro, tanto el alojamiento como el transporte público. Realmente hay poco espacio habitable, quizás esa sea la mayor razón, aunque en los últimos años Dublín no para de crecer y siempre veras algo nuevo construyéndose.
Una de las cosas que más nos preocupan cuando salimos de España es la alimentación que habrá en ese nuevo país, si comeremos bien, si encontraremos ciertos alimentos… lo cierto es que no tuvimos ningún problema para encontrar de todo, prácticamente era lo mismo que aquí y con precios muy similares, incluso el aceite. Por supuesto productos como el jamón o el fuet casi imposible de encontrar o muy caros. Por otro lado si tienes pensado comer fuera prepara el bolsillo, debemos tener en cuenta que el nivel de vida allí es más alta, aunque siempre están esos típicos sitios a los que van todos los estudiantes, y que por bastante menos se come bien.
Culturalmente Dublín está muy viva, cada día ofrece una gran cantidad de eventos como conciertos, exposiciones, charlas o reuniones en torno algún tema específico, además con precios muy reducidos para estudiantes o incluso gratis, de hecho, solíamos ir cada viernes al National Concert Hall para escuchar a la orquesta sinfónica de Dublín con un programa siempre muy interesante y musicalmente de gran calidad, ¡tan solo por 5€! Los museos y galerías de arte suelen estar siempre abiertas al público de manera gratuita.
En cuanto a la ciudad de Dublín no es demasiado grande, lo que permite ir andando a prácticamente todos los sitios y desde el punto de vista turístico en dos o tres días puedes ver lo más importante de la ciudad: monumentos, parques, museos, un gran número de iglesias y catedrales, entre otras cosas. Aunque si prefieres no andar tanto siempre puedes usar bus o tranvía, incluso mucha gente suele alquilar o comprarse una bici de segunda mano que te pueda llevar a todos lados. Como turistas Irlanda es un país increíble para visitar por sus paisajes naturales y su cultura celta. Para eso simplemente tienes que apuntarte a uno de las decenas de tures que realizan o cogerte un tren de cercanías.
El clima de Dublín es muy diferente al de Valencia, en un mismo día podía llover, hacer sol y sobre todo mucho viento, todo al mismo tiempo, por no hablar de la humedad… en cualquier caso no fue tan exagerado como esperábamos, la lluvia solía ser leve y constante llegando a ser incluso a veces molesta, pero por lo general no siempre fue gris si no que también vimos mucho sol. Además este clima es lo que permite en Irlanda mantener ese increíble verde tan intenso en todas partes. Las temperaturas no bajaban de los 0 grados aunque a veces la sensación era de un frío gélido. Así que recuerda abrigarte bien, y cómprate un chubasquero porque a causa del aire el paraguas resulta prácticamente inútil.
Una vez visto los aspectos más materiales del viaje vayamos a lo verdaderamente importante de la experiencia, las personas. Por lo general son muy simpáticos y educados, desde el principio nos sentimos bien acogidos y pronto hicimos amistad con compañeros tanto irlandeses como españoles y de otras nacionalidades. Siempre suelen ofrecerte ayuda si la necesitas y al igual que los españoles son gente muy cercana, a pesar de que como cultura siempre dan la mano, nunca dos besos, algo a lo que tuvimos que acostumbrarnos. Además respetan las pertenencias de los demás, así como las diferentes instalaciones o lugares públicos, algo que es muy de agradecer. Dublín es una ciudad muy multicultural en la que conviven personas de muchos países, entre ellos un gran número de españoles, aunque nosotros decidimos intentar conocer a gente de todas partes.
Gracias a que el idioma nativo es el inglés fue muy fácil adaptarnos, con un nivel básico puedes defenderte perfectamente y se aprende muy rápido, a pesar a veces del acento complicado y la gran velocidad con la que hablan algunos irlandeses.
Por otro lado en cuanto a su cultura no suelen darle mucha importancia a ciertas cosas como a la comida, suelen comer un sándwich o algún plato no muy pesado pero varias veces al día y sin horas establecidas. Tienen pocos platos típicos, como el puré de patatas con leche y mantequilla, verduras hervidas o en fechas señaladas pavo relleno y coles de bruselas, además del típico almuerzo con huevos, pudding, salchichas… Y por supuesto la cerveza y la sidra irlandesa, mundialmente conocida, especialmente la cerveza Guinness que nosotros pudimos probar en la propia fábrica donde se produce, así como en algunos de los cientos de pubs que se encuentran en toda la ciudad.
Volviendo a aspectos más académicos podríamos hablar primero de la academia en sí, se trata de un edificio antiguo con una fachada poco reconocible como conservatorio, cuando entramos dentro encontramos una compleja arquitectura ya que el edificio se divide en diferentes partes que a su vez están conectadas entre sí por muchas escaleras y pasillos, al principio fue difícil encontrar las diferentes aulas pero pronto nos hicimos a ello. Algunas salas eran bastantes históricas con techos decorados o chimeneas forradas de madera, entre ellas la sala del órgano era especialmente bonita, sin embargo el auditorio era muy pequeño y bastante descuidado. El sistema de aulas para estudiar era muy diferente al nuestro ya que si encontrabas cualquiera que estuviera libre podías entrar a estudiar, o también estaba la opción de reservar dos horas diarias a través de un sistema online. Destacar que había pianos de cola en cada una de las aulas.
En cuanto a la calidad educativa para nosotros ha sido muy productiva y enriquecedora, los profesores están muy bien formados y tienen una gran actividad profesional, que además saben muy bien transmitir y nos servían de motivación constante. Por otro lado la oferta de asignaturas era muy amplia e interesante, lo bueno que te ofrece el Erasmus es que tú decides tu propio plan de estudios. Y por supuesto no nos olvidamos de un compañerismo inigualable.
En resumen, ha sido una experiencia enriquecedora e inolvidable. Hemos aprendido a todos los niveles, personal: a ser más independientes con cosas del día a día, ha mejorado nuestra toma de decisiones, nos ha convertido en seres más humanos y empáticos; así como a nivel musical hemos aprendido a disfrutar la música de otra manera, estudiamos diferente, tocamos diferente. Tenemos que reconocer que en un principio estábamos un poco asustados por cómo podía salir o lo que nos íbamos a encontrar, es el miedo a lo desconocido, sin embargo una vez sales de tu zona de confort eres un poquito más libre.
Quería agradecer a mi compañero y amigo David Andreu por ayudarme a resumir en estos párrafos esta increíble experiencia, me alegro mucho que haya sido contigo con quien la compartiese.
Alfonso Sánchez Pérez.