Hay cientos de temas sobre los que se puede escribir en torno a la música, pero creo que todos pueden esperar su turno en mi bandeja de salida, la actualidad manda.
Estaréis cansados de la palabra pandemia, pero un poco de paciencia y esto ya sólo habrá sido una maldita pesadilla en nuestro pasado, pero hasta que esto pase, el cuerpo me pide dedicarle mi pequeño homenaje al músico en general, castigado duramente por esta situación.
Pero tampoco me apetece quedarme en la superficie, reflexionando sobre los problemas económicos que acarrea no poder trabajar, ya que esto ha castigado a muchos sectores, prefiero profundizar en la mente del músico.
Me siento autorizado por que tengo un pie dentro y otro fuera, quiero decir que soy un simple alumno de guitarra, principiante, pero tengo la perspectiva adecuada para poder entender ciertas cosas y la vez alucinar con otras, los que ya son músicos no lo perciben, ya lo tienen interiorizado y los que no, menos todavía.
Hablo de la dificultad de la música, a ver si me explico; Cuando empiezas te sumerges en un mundo imposible de comprender plagado de palabras que no habías oído en tu vida; anacrusa, pentatónica, fusa, coda, mixolidio etc., y el único tresillo hasta ahora era el de tu casa.
Y luego llega el instrumento, ¿habéis intentado soplar una flauta travesera, o colocar los dedos para hacer un acorde de guitarra si sois profanos?? Imposible.
Está demostrado que cualquier persona que se lo proponga puede aprender a tocar algún instrumento, pero eso solo serán los cimientos para los que quieren construir su vida en torno a la música, ya que, o tienes la suerte de que la diosa Atenea se acuerde de ti y te dé por componer sinfonías con 5 años como le sucedió a Mozart, que no es lo habitual o como casi todo en la vida, el éxito vendrá con el trabajo… mucho trabajo.
Y voy a hilar más fino, podríamos pensar que el músico lo hace a cambio de alimentar su ego recibiendo los aplausos del público, quizás la fama o el dinero, pero ¿qué hay del músico de orquesta o banda???
Este para mí es el gran músico, mi gran admiración y la razón de este sermón, me explico:
Se pega una vida entera estudiando horas y horas partituras complejas, intentando alcanzar la perfección, captando pequeños matices, a veces solo escuchando a los demás para intervenir en el momento adecuado, y lo más importante, a sabiendas de que él solo no es nadie, que su trabajo solo tendrá sentido en conjunto, que su nombre no aparecerá en los carteles, no grabará duetos con Melendi y en su camerino la única sorpresa será encontrar 30 compañeros sudorosos limpiando las boquillas comentando la jugada.
Me parece un acto de generosidad inusitado, en esta época de postureo, ni siquiera puede obtener la satisfacción de hacerlo para él mismo como entretenimiento, como yo saco canciones del Sabina o Fito, no puedes llevarte una tuba a la playa!!!
Y ahora vete por los pueblos los días FESTIVOS de invierno o en Julio vestido de traje para alegrar los corazones ajenos.
En definitiva, trabajo muy difícil para recibir muy poco a cambio, a veces nada, o incluso les cuesta el dinero a niveles de orquestas locales.
Creo que no tenemos ni la más remota idea de lo importantes que son, o somos, que desde la Edad Media o antes, ya sea en verbenas, músicos de cámara, para bailar, para hacer un viaje, hasta para trabajar la música nos acompaña y detrás hay un tipo que dio prácticamente su alma y su tiempo, por alegrar la tuya y tu tiempo.
Y aquí, en nuestra ciudad tenemos a la mejor banda del mundo, pero cuando los escuchéis observar a cada uno de sus componentes, aquí dos más dos no son cuatro, son cinco o mejor dicho diez más diez suenan como treinta y además, ellos como conjunto lo han tenido este año peor para ensayar y poder tocar, único alimento de sus almas, así que mi más sincero homenaje…
MÚSICA MAESTROS
Alfredo Pérez.
Fotografías: Archivo AAMY.