Por Conchi Muna. Pianista y compositora.
Hace unos meses visité la escuela de Música de mi pueblo, Yecla. Fui recibida y atendida con gran calidez por su administrador José Miguel Ibáñez Lax, el que amablemente me llevó a descubrir cada uno de sus rincones. No sólo me pareció un lugar muy bonito que consta de buenas instalaciones, sino que respiré en todo momento a música. Esa música que más que notas musicales es ese arte que une personas. Ese lenguaje mágico que entendemos todos. Accesible a todos. Me pidieron que escribiese un artículo sobre mi, sobre mi historia y manera de sentir y crear música. Ha tardado un poco más de lo previsto… pero finalmente aquí está. Aquí lo tenéis.
Soy Conchi Muna (Conchi Muñoz Navarro), una pianista y compositora yeclana. Mamá de dos niños que vive con su familia en Braunschweig, en Alemania. Una mujer entusiasta de la vida que ha descubierto su camino en la vida: DAR.
Dar en cualquiera de sus formas: como madre, en casa, como profesora, como pianista, como artista …
Me gusta sentirme una persona sencilla. Una persona normal que, como las demás, a veces siente miedo, ha de enfrentarse a dificultades. Una persona que conoce esa voz que dice: no puedo, no seré capaz … pero que sabe que detrás de esta voz hay otra voz: una voz más grande, más potente que dice: tu puedes todo. Todos podemos TODO. He aprendido a escuchar esa VOZ –todos tenemos esa voz- y mi compromiso es, a través de la música y todo lo que esté “en mi mano”, ayudar a todos a escucharla.
Nunca cuestioné mi amor a la música y fui siempre una buena estudiante. Sin embargo, a pesar de mi talento, mi camino como aprendiz de piano -y en la vida misma- no me resultó siempre fácil: las constantes comparaciones me llevaron a sufrir, pues mientras buscas ser mejor o no ser peor … no eres quien eres. No valoras quien y lo que eres. Quizá por ello, en esta falta de creer completamente en mí misma, siempre me pregunté si la música, si el piano era mi camino. Amante de libros, de la literatura y de todo aquello que tuviese que ver con el trabajo personal y espiritual de la vida, me preguntaba si quizá mi camino tendría más que ver con estas otras direcciones.
En una ocasión Eulalia Solé –la maravillosa pianista catalana que durante un tiempo fue mi profesora- me dijo: No es piano si o piano no, es tu si o tu no, ser tu o no ser tu … Con el tiempo descubriría la razón y poderosa fuerza de esta frase, pues mi camino no era tener que elegir entre una cosa o la otra, entre un camino u otro. Todo unido es lo que yo soy y así, poco a poco, voy descubriendo que mi camino es un camino de UNIÓN. Una unión que simbólicamente comienza con mi propio nombre pasando de Muñoz Navarro a MUNA, haciendo uno mis dos apellidos originales.
Conozco y aprendo la improvisación al piano con María José Martínez-Abarca y posteriormente con Emilio Molina. Este trabajo me fascina: poder “hablar” el propio lenguaje musical en el mundo clásico de los conservatorios donde casi exclusivamente se toca la obra de los demás, abre una ventana a una creatividad tímida, que ya guardaba el secreto de los que un tiempo después sucedería.
Escribo poemas y relatos cortos. Publico en una pequeña revista regional. Gano algún que otro pequeño premio literario. Sigo leyendo mucho, preguntándome mucho, cambiando mucho.
Dejo mi ciudad natal y lo que era allí. Comienzo aquí una “peregrinación” por distintas ciudades españolas y después alemanas hasta “aterrizar” en la ciudad donde desde hace varios años vivo. Me convierto en madre. Aprendo un nuevo idioma, una nueva cultura. Aprendo a “estar sola” y disfrutar de esa soledad, ese valioso tesoro. Aprendo a inventar canciones para niños que no pueden dormirse y a olvidarme de mi misma, dando…
Es en este trabajo consciente de DAR y de CAMBIO constante, de UNIÓN constante, que la música que llevo dentro, tal como mucho antes mi gran maestro y terapeuta Victoriano ya vaticinaría “algún día compondrás tu propia música y en ella unirás todo lo que te apasiona” da un fruto inesperado, y mi entusiasmo por la improvisación me llevan a dar un paso más y empezar a componer.
Componiendo vuelvo a sentirme como una niña, jugando con los sonidos en plena libertad, olvidándome del tiempo, investigando, descubriendo y dejando que la música surja. Es por ello que no me siento “dueña” de mi música, pues no es mi música, es la música que se manifiesta a través de mi.
La música -el arte de la música- es por tanto un maravilloso regalo que se me da, para que lo de. Es el lenguaje del corazón, ese lenguaje mágico y universal que entendemos todos. Mis cuarenta años de viaje personal. Todos los miedos y errores superados y los que se han de superar. Las preguntas y respuestas encontradas y las que surgirán. El entusiasmo por la vida, por la poesía y la belleza. La valentía del constante caminar.
Las Mujeres que Soy es mi primer trabajo como pianista solista y compositora. Mi primer CD. Un trabajo a solas con mi piano. La historia de todas las mujeres que de alguna manera viven o vivieron en mi. El intento de abrazar -de UNIR una vez más- lo que fue (música clásica) y lo que es (mis primeras siete composiciones) y lo que algún día será … . Así pequeñas piezas de la música clásica tales como el Aria de las Variaciones Goldberg del gran maestro Bach o Invierno porteño de Piazzolla, entre otros temas clásicos que tienen un profundo significado para mi, se dan la mano con temas de creación propia como las variaciones Las mujeres que soy, Susurros del Universo o los más conocidos Reconociéndome y Canto a la Paz. El conjunto es todo música sencilla y relajada que invita a entrar en nosotros y reconocer el maravilloso Don que todos albergamos.
Mis conciertos son algo diferente a lo que conocemos como un recital de piano. Son un viaje interior en el que la música nos arrastra hacia nosotros mismos. En ellos, entre las distintas piezas o temas musicales que voy tocando y compartiendo con el público, hay una historia, un hilo conductor que voy contando y va dando sentido a todo. Cada tema va precedido por una breve introducción y así entre música y poesía, entre experiencia personal y reflexión, el arte se va adueñando del corazón de cada uno de nosotros.
“El arte que no es terapia no es arte”, dice Alejandro Jodorowsky, el gran escritor, terapeuta, cineasta y artista chileno. El arte, el verdadero arte, sea cual sea su forma, tiene por finalidad sanarnos, y solo podemos sanar cuando cambiamos nuestra manera de “ver”, cuando cambiamos nuestra manera de pensar y por lo tanto de actuar en nuestra vida.
Este es mi deseo: que acariciando teclas surja una música que acaricie almas. Y que esas caricias nos transformen y nos hagan personas nuevas, adultas, responsables. FELICES.
Si os apetece saber un poco más, podéis visitar www.conchimuna.com, o mi canal de Youtube o Facebook.
Un fuerte abrazo,
Conchi Muna.