El verano pasó rápido, ya habían empezado los ensayos cuando llegué al pueblo, así que ya estaba deseando tocar junto a mis nuevos compañeros. En mi primer ensayo me sentí abrumado y a la vez confuso, porque estaba rodeado de desconocidos e intentando tocar unas partituras complejas compuestas por un holandés.

Pensaba que aún faltaba mucho para la recogida…2 meses era mucho tiempo, lo notaba como algo que no iba a llegar nunca, ya que era lo más alto a lo que siempre había aspirado, hasta que el 5 de noviembre por la noche me levanté de la cama como en las películas cuando el protagonista tiene una pesadilla y grité. Fue un grito corto y no muy fuerte (afortunadamente).

¡¡¡SOLO QUEDABAN 10 DÍAS!!!

La cuenta atrás, todo parecía ir bien aparentemente, pero en realidad estaba demasiado nervioso, principalmente porque mi madre había invitado literalmente a medio pueblo y temía que fuera demasiada gente. Creía que algo iba a salir mal y haría el ridículo delante de tanta gente…

Finalmente llegó el gran día, me tomé la mañana como un sábado cualquiera, relajado y sin preocupaciones, a las cuatro en punto ya tenía el traje puesto y empezó a venir gente. La espera fue eterna pero por supuesto mereció la pena. Cuatro horas después me encontraba en la puerta de mi casa y ya oía la música venir por la calle de arriba. Se pusieron a lo largo de la calle mirando al frente, y se giraron hacia mi casa. Sinceramente, nunca olvidaré ese momento, en el que el presidente, Amadeo, el representante del ayuntamiento y el director, Ángel, me incorporaron a la banda.

Después de varios actos llegó el Concierto de Santa Cecilia, en el que se nos hizo entrega de una placa a todos los nuevos.

Estoy muy contento y agradecido a la Asociación de Amigos de la Música por haberme acogido y espero seguir mucho tiempo más con ellos.
Gracias.