HABLAMOS CON PEPE MARCO:

En esta ocasión recordamos la entrevista realizada el 22 de febrero de 2022, en el programa Diapasón. En su edición nº 362 hablamos de música de la mano de Pepe Marco, más conocido como “Pepe el pintor”, fundador y antiguo Presidente de la Asociación de Amigos de la Música de Yecla, recordando la trayectoria de la misma, anécdotas y recuerdos del pasado:

Vamos a empezar recordando aquellos años en los que comenzó la Asociación de Amigos de la Música de Yecla. ¿Qué recuerdas de aquellos inicios?

Pues recuerdo muchas cosas. Me acuerdo de aquellos primeros días de octubre del año 74 cuando nos reunimos en el Ayuntamiento, aunque ya vamos quedando pocos de todos aquellos que nos reunimos allí, porque por la edad, casi todos se han ido yendo. Y en aquellas primeras reuniones para ver qué íbamos a formar, uno decía de hacer primero la banda, pero no, primero dijimos de hacer la Asociación, fue un acuerdo unánime: “Vamos a hacer primero la Asociación, y después la escuela, y luego haremos ya la banda, iremos de esa forma”. Y salió bien, con mucho trabajo, y yendo muy poco a poco. Luego ya se fundó, es decir, las primeras juntas se hicieron, y posteriormente en el 1975 ya hicimos la Asociación, se nombró el presidente, los vocales, tesorero, y se hizo la Junta Directiva. Y a partir de ahí es cuando ya empezamos a dar forma a la misma, que no sabíamos cómo iba a ser, pero en fin, salió bien, con el esfuerzo de todos los que nos juntamos allí, todos con muy buenas ganas de trabajar, y con muy buen humor.

¿Teníais claro desde el principio que la música y la cultura en nuestra ciudad era muy importante?

Sí. Pero ten en cuenta que nosotros en aquel entonces, le hablabas de música a la gente y de la Asociación y ninguno sabía qué era eso, y decían: “Vaya follón en el que me habéis metido”, todo el mundo decía lo mismo, y es que en realidad en Yecla no había afición a la música, no había cultura musical como en otros pueblos de los alrededores, y costó mucho hacer socios. Pero luego nosotros íbamos escalón a escalón, y el Ayuntamiento pues nos apoyaba en lo poco que podían, porque entonces no había tampoco muchos medios. Nos dejaron la escuela del reloj y ahí empezamos a hacer los primeros pasitos, poco a poco. Luego tuvimos la suerte de que, desde la Comisaría de la Música de Madrid, con la que nos pusimos de acuerdo por mediación de Julián Molina, nos mandaron algunos intérpretes solistas, pianistas, violinistas… y en la Caja de Ahorros era donde organizábamos los conciertos. También nos mandaron una vez un ballet nacional, que se hizo en el cine Luci, se llenó, y claro, la gente ya empezó a ver un poquitín el movimiento de la Asociación de Amigos de la Música; no teníamos como aquel que dice aún banda para salir ni nada, pero íbamos poco a poco. Y luego ya, en el año 76 se organizó un poco la banda, nos fuimos a Elda y nos trajimos los primeros instrumentos, que nos costaron seis millones de pesetas. Necesitamos mucho esfuerzo en aquella época. Menos mal que teníamos a uno en la Caja de Ahorros, y con ese pues hicimos las letras; yo se las mandaba a Luis Chirlaque, Luis Chirlaque se las mandaba a Ángel Hernández, Ángel Hernández a Pepe Cano, y así entre los cuatro pues íbamos pasando, conforme íbamos cogiendo “perras” íbamos depositando, depositando, y así iniciamos el primer empujón para ir adelante.

Y en cuanto a anécdotas, ¿qué se hacía antiguamente? ¿Cuáles eran las actividades de la escuela y de la banda?

La primera actividad de la escuela era que a los críos les dábamos el método y la montera gratis; teníamos la suerte de tener al maestro Ortuño, que es el que se hizo cargo de la escuela y empezó a hacer músicos allí.

Luego tuvimos también la idea en cuanto la banda empezó, de hacer los conciertos escolares, dijimos “la mejor solución es que los chavales vayan aprendiendo”. Y las anécdotas, bueno, cada vez que teníamos que ir a un colegio teníamos que ir a buscar al conserje, para ver dónde y cómo montábamos todo.

Pero nosotros seguimos venga y venga, un año tras otro, ya nos iban conociendo, los directores de un colegio, los directores del otro, y ya al cabo de dos o tres años decían “¿vais a venir este año?”, “sí, hombre, sin problema”.

Íbamos también al instituto, a la Escuela de Maestría, también dimos allí otros dos o tres, y claro, y algunas veces alguno se quedaba un poco bobo, decía: “Hombre, pues tú sabes, si suena muy bien”, y yo les decía: “Pues claro que suena bien, pues para qué están estudiando los chiquillos estos”.

Hubo un momento que, claro, de 19 músicos pues 11 eran ya mayores, porque la primera hornada, como yo digo, que salieron de músicos, los sacó el maestro Pepe, pero a medio. Que de esos, por cierto, quedan nada más que dos o tres, queda “El Lupi”, mi sobrino Ernesto, Bartolomé, Manolo y Vicente, todos los demás han desaparecido, cada uno se ha ido a un lado, a otro, como los hermanos Rodríguez, como el Olivares, José Miguel Azorín, “El Lax”, y después muchos más jóvenes como tú, Cecilia, que estáis trabajando y dando clases en sitios buenos.

Cuando fuiste presidente en toda esta etapa entre 1988 hasta el año 2000, nos has recogido a muchísimos músicos.

Muchos. Muchos de los músicos que quedan aún me dicen presidente (risas), o sea, que se acuerdan cuando yo fui a sacarlos.

Es que fue una época muy buena, fue cuando empezó a resurgir la Asociación en aquellos años. Y desde el 88 al 2000 es cuando ya conseguimos que nos dieran el edificio del Hospitalico entero, hicimos las aulas nuevas, que es lo que más me satisface a mí todavía, recordar que ya pudimos tener una casa de la música; la Asociación y una escuela de música con bastantes alumnos, es decir, recuerdo que, prácticamente cuando dejé la Asociación había ya 19 profesores y 450 alumnos.      

De la nada a llegar a ese punto costó mucho trabajo, te voy a ser sincero, subí muchos días al Ayuntamiento, bajaba a mi casa a comer, y mi mujer decía: “Hombre, pero a esta hora, que son las dos y media y a las tres te tienes que ir a trabajar”, y le decía: “¿Y qué vamos a hacer?”. Pero en fin, al final da gusto ver, y más ahora que ya hay un edificio mejor que el Hospitalico, que se ha conseguido todo esto. Aquello se quedó pequeño, que es lo que está pasando aquí también, que dentro de poco habrá que buscar otro edificio más grande, porque si sigue esto así…O sea, que poco a poco la Banda, la Escuela y la Asociación. Que lo más importante, a pesar de lo que digan, es la Asociación, sin Asociación no habría la Banda de Música que hay, ni la Escuela tampoco.

¿Qué piensas ahora después de todo el recorrido desde 1974 hasta el 2022?

Pues pienso que hemos subido mucho, que cuando empezamos no pensábamos nada más que “a ver si formamos una banda con la escuela”, pero de entonces ahora, madre mía, ahora abrimos los ojos y vemos lo que hay, todo el mundo que viene ya y comenta “oye, qué banda, qué escuela, cuántos alumnos”; que entonces cuando nombrábamos la banda todo el mundo decía “la banda del Ayuntamiento”, no era la banda del Ayuntamiento, hay que ver lo que nos costó que la gente supiera que era la banda de la Asociación de Amigos de la Música, o sea, nos costó mucho.

Cuando empezamos con los festivales, las ferias y todo, ya empezamos con el letrerito “Asociación de Amigos de la Música”, Tercer Festival de Bandas, cuatro o cinco bandas. Entonces es ya cuando la gente empezó a ver la Asociación, pero antes no, antes éramos “los músicos del pueblo” y también decían: “es que los músicos cobran”, y yo les decía: “oye, que los músicos no cobra ninguno, aquí en la Asociación todo se hace por amor a la música, por amor al arte”, y había gente que no se podía creer eso, pero la cosa era así. O sea, los primeros músicos, que tú has estado también los primeros años, no se les dio nada nunca. Cuando nos fuimos a El Barco de Ávila lo mismo, todos con la ilusión del mundo por pasar allí dos días y ya está.

Qué bonita relación también entre El Barco de Ávila y la Banda de Yecla. Cuéntanos algunas cosas de cuando hacíais esos viajes.

El primer viaje fue el más célebre, que salimos de aquí a las doce de la noche y llegamos a El Barco a las nueve de la mañana; íbamos con Koki, que fue quien se encargó de hacer la unión, y tuvimos que parar en Ávila a desayunar y a pasar allí un par de horas, porque si no llegábamos antes de tiempo; y allí, claro, los músicos, unos para un lado, otros para otro, unos cogíamos en un hotel que había abajo, después nos tuvieron que mandar al hotel Manila, de arriba, y así pasamos la primera tromba. Y después pues hicieron que tocáramos en la Plaza de Toros, en la corrida, y se llevaron una gran sorpresa, porque como aquí estábamos acostumbrados a que la banda saliera y diera la vuelta al ruedo, allí eso no se conocía, y cuando salió la banda al ruedo se quedaron todos “¡madre mi de mi alma!, y era una banda que llevábamos solo treinta y tantos músicos, no iban más, y daba gusto verla, allí se quedaron todos entusiasmados. Y nosotros, claro, ese año regresamos de allí después de la corrida, salimos a las seis de la tarde para acá y llegamos a las cuatro de la mañana; los que tenían que trabajar pues dime tú; que es lo que me pasó a mí, a las cuatro llegamos y a las siete a levantarme; ya tenía el ayudante ahí Pepe que “vamos, ala, a trabajar”. Ya en los años siguientes conseguimos que hiciésemos el paseíllo y nos veníamos. Y al tercer año ya ni íbamos a la plaza de toros, terminaba la procesión, comíamos y para acá, y así llegábamos a buena hora al pueblo para descansar. Y ahora la mayoría de partituras y todas esas cosas se las dábamos de aquí, se las mandábamos a Alfonso, que es el que se hizo maestro allí. O sea, que fue una buena relación con la banda de música de El Barco.

Y cuando llegó el y nos confinaron, ¿qué pensaste en ese momento sobre la Asociación? ¿Tenías miedo?

No, el miedo que tenía yo era “¿y ahora que van a hacer los músicos?”, tres meses aquí sin salir, y después un año entero sin aparecer por ningún lado, también mucha gente que se pierde y se lo podría dejar. Otros, pues mira, lo pasaron mejor, se distraían; que era lo que yo hacía, en mi casa me ponía a pintar y así me pasé el año. Luego me fui al campo y lo mismo. Pero el contacto se pierde mucho. Yo he estado un año y pico en el campo sin hablar con nadie, sin salir; con la familia nada más, pero de lejos, por el miedo del dichoso COVID ese.

Afortunadamente, ahora que ya va pasando, hay que seguir remando y para delante, si se puede dar un pasito darlo, pero intentar no darlo nunca para atrás, que es lo que yo decía, cuando subamos un escalón no bajar, si hay que estar parado en ese escalón pues se está parado un poco, pero después otro escalón, poco a poco se va subiendo, y además prueba de ello es como estamos llegando.  

Y cuando lo dejaste, ¿qué pensaste?

Cuando tuve que dejarlo, porque ya veía que me estaba haciendo un poco mayor, y ya tenía muchos problemas en la fábrica y la pintura de la calle, pues tuve la suerte también de que ya dejé a Ángel, y él tomó la dirección, que fue en 1996, y desde entonces, hasta ahora, tuve buena suerte con dejar un buen puntal.

Además, has conocido a todos los directores que han pasado por la banda.

Sí, a todos. Además, yo la primera impresión que me llevé con la banda fue a los dos años de dejar yo la presidencia, en el año 2002 creo que fue, que salió la banda a un Mayordomo que hubo por el García Lorca, y yo iba con mi mujer, y oye, cuando vi la banda con ochenta y tantos tíos me quedé bobo, me quedé que me saltaron las lágrimas y todo de ver la banda que hemos hecho y que llevábamos al principio. Nuestra ilusión era esa, fundar una buena banda que pudiera ir a todos los sitios con categoría. Como cuando hicimos un par de veces en Elda, que fue el grupo, y cuando llegaba el desfile cogíamos y mandábamos a la banda completa y se quedaban la gente con la boca abierta, y eso que entonces iban 60 músicos. Así que cuando yo vi en García Lorca bajar la banda me quedé, digo “esta es la de mi pueblo, o me la han cambiado” (risas).

Pepe, para despedirnos te vamos a pedir alguna recomendación que quieras compartir con todos los oyentes (ahora lectores):

Bueno, pues una de las piezas que me gusta mucho es el pasodoble del maestro Ortuño, SUMY, es una obra que hizo él y salió muy bonita.

De hecho, en la recogida de los músicos, la primera pieza que se toca es SUMY, que cuando yo era presidente y pasábamos por su casa, siempre pasábamos por allí, se la tocábamos en la puerta de la casa; y después de muerto él, a su señora hasta que vivió; pasaba por allí la banda y le tocaba SUMY en la puerta. Es una obra muy bonita, a mí me gusta mucho como pasodoble.

Pues bien Pepe, muchas gracias por habernos acompañado este ratito.    

Gracias a vosotros. Sabéis que me tenéis a vuestra disposición.

Hasta pronto.

Cecilia O.

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