La familia, su pueblo y la música, fueron posiblemente los tres grandes pilares de la vida y trayectoria de José Gómez Villa, una buena persona, sencilla, religiosa, con gran corazón y alma de músico. Nació en Cieza el 17 de marzo de 1924, siendo el mayor de 4 hermanos, y fue bautizado en la Iglesia de San Joaquín (El Convento). Desde muy pequeño ya mostró interés por la música, comenzando sus estudios de solfeo en la Academia de Música Municipal e integrándose posteriormente en su banda dirigida por D. Antonio Sandoval. Su afición musical le anima a elegir la música como profesión y decide presentarse a oposiciones a músico militar, contando para ello con la inestimable colaboración de D. Ricardo Cano, al que le unía una buena amistad y un gran aprecio a su familia, que le ayuda en su preparación.
Con 21 años ingresa en el Cuerpo de Músicas Militares, aprobando en febrero de 1945 las oposiciones a Sargento Músico (trombón), siendo destinado a la banda del Regimiento de Infantería Sevilla nº 40 con guarnición en Cartagena. Este año completa sus estudios de composición y armonía y en diciembre de 1946 se presenta en Madrid a las oposiciones de Brigada Músico (bombardino), aprobándolas y el 1 de diciembre de 1947 es destinado, con carácter forzoso al Regimiento de Infantería Álava nº 22 con sede en Tarifa, coincidiendo en este destino con Rafael Campuzano (padre del compositor y pianista Felipe Campuzano), con el que mantuvo una buena amistad. El amor por su tierra hace que en la primera oportunidad que tiene pida el traslado para acercarse lo más posible a Cieza (su madre Cecilia decía que “la pérdida de pelo tan joven se debía a la pena por estar tan lejos del pueblo”) y en 1949 obtiene el traslado al Regimiento de Infantería San Fernando nº 11 ubicado en Alicante, en cuyo destino consigue el ascenso a Subteniente (bombardino) y termina su servicio activo el 17 de marzo de 1989.
Siempre ha estado muy vinculado a Cieza por motivos familiares, afectivos y musicales. Allí se casó con María Lucas Penalva el 30 de julio de 1955 y allí nacieron sus dos hijos, Ignacio y Cecilia. Siempre que podía se trasladaba con la familia los fines de semana y en los periodos vacacionales desde Alicante a Cieza, en los primeros años del matrimonio en el “automotor” de la línea ferroviaria Alicante-Murcia-Cieza y, posteriormente, con su citröen break 3CV. Recordamos aquellos viajes heroicos, tanto en tren desde la antigua estación de Benalúa, como los interminables viajes en coche, por unas carreteras muy diferentes a las actuales y, tal es así que, muchas veces, cuando íbamos a Cieza los viernes al medio día, tras salir nuestro padre del Cuartel, parábamos a mitad de recorrido para comernos unos bocadillos que había preparado nuestra madre y llegar al pueblo lo antes posible.
Siempre que iba a Cieza le gustaba visitar a la familia, pasear por las calles que de niño recorrió, asomarse a los pasajes que dan al río, acercarse a la ermita del Santo Cristo, en resumen, acercarse a sus raíces y sentirse ciezano, hecho que llevaba con un orgullo especial.
Gran persona y buen profesional, como así nos lo recuerdan quienes le conocieron en su faceta de músico y que coincidieron con él bien en las bandas militares, bien en actuaciones a lo largo de los años. Para nosotros oír frases como “me acuerdo mucho de vuestro padre cuando estuve en la banda del Regimiento S. Fernando” o “que bien tocaba el bombardino” nos llena de satisfacción. Dentro del contexto musical queríamos resaltar las aptitudes que tenía el maestro Gómez Villa para la composición musical, para él era fácil, tenía ese especial abstraerse en el mundo de la creación y el lenguaje musical, para entrar dentro del papel del pentagrama y “escribir música”, de hecho, nunca ha utilizado un teclado para componer sus obras. En un sencillo pupitre abatible, lleno de cuadernos de papel pentagramado, lápices, sacapuntas, goma de borrar, algún bolígrafo y cuchillas para borrar la tinta, situado en una de las habitaciones de la casa de Alicante, se sentaba para traducir al papel lo que en su cabeza había imaginado, y tras concretar la obra en el “guión del director”, iba creando, de forma mágica, materializando lo intangible, generando sentimientos, las partituras para todos los instrumentos, de manera consecutiva, comenzando por el la flauta y el flautín y terminando por el bombo y los platos.
En enero de 1950 ingresa en la Sociedad General de Autores (SGAE) y comienza a registrar parte de sus obras, algunas de ellas con el seudónimo SEGOVI. Ese mismo año registra una de sus composiciones más conocidas “El Cristo del Perdón”, marcha fúnebre, sobria y sentida, inspirada en la imagen del Crucificado del mismo nombre que se venera en la parroquia de S. Joaquín de Cieza. También compone en esas fechas, entre otros, “El Cristo del Consuelo”, dedicada al cristo más venerado en Cieza y el pasodoble “Marulupe”, dedicado a la que sería su esposa años más tarde según reza en la partitura editada “A la distinguida Sta. María Lucas Penalva en testimonio de gran afecto”.
También es importante mencionar que durante aproximadamente 20 años fue el Director de la Banda de Música de San Vicente del Raspeig (Sociedad Musical “La Esperanza”). Esta Sociedad le hizo un Homenaje por la labor desarrollada en octubre de 1997.
Sus composiciones son puro sentimiento, ya que para su creación intentaba introducirse en el contexto en que se centraba la obra y el momento preciso en el que se iba a interpretar, para así expresar, de forma sencilla, directa, y con un toque personal (a veces tradicional, y en otras ocasiones original) un espacio musical de comunicación con el receptor de la música, invitando a aflorar unos sentimientos que él era capaz de transmitir de una manera sencilla y directa.
Su obra es bastante extensa y compuso obras de diversos estilos. A lo largo de su vida conoció a personas con las que mantuvo una sincera amistad que duró todo lo que puede durar una amistad y a las que regaló composiciones que llevaban su nombre propio, como Lorenzo Galindo, Francisco Sánchez, “Lagartijo”, “Comandante Riguera”, “Anastasio López”, “Diego y sus muchachos”, “Juan y Pepe de Sax” e “Ignacio y Rosario” dedicado a su hijo y su esposa.
Pero además era un hombre al que le gustaban las tradiciones y las fiestas, y en este sentido hay que destacar que realizó muchas composiciones para las fiestas de Moros y Cristianos, algunas de las cuales fueron premiadas en el Festival de Música Festera de Alcoy como “Font Roja”, L’entrá de Cristians”,, y “El Dianer Alcoiá” que continúan interpretándose en estas fiestas, y otra composición, “Castillo de Sax”, que ganó el II Concurso de Música Festera de Sax. También compuso numerosas obras dedicadas a Alicante donde vivió tantos años, como “Benalúa”, “El Plomet”, “Himno a la Santa Faz”, “Benidorm”, “Cristo de la Paz de Benalúa” etc.
Posiblemente su legado de composiciones procesionales constituye su grupo de obras más extenso y conocido. Su enorme amor por la música y por la Semana Santa Ciezana, unido a su gran generosidad, hizo que siempre atendiese a las Hermandades que a él se dirigían para solicitarle una marcha o un himno para cualquiera de los Santos, Imágenes o Composiciones Escultóricas que procesionan en Cieza. Hay que destacar, sin duda una de sus grandes obras “Semana Santa Ciezana”, que le encargó la Junta de Hermandades Pasionarias y que realmente se ha convertido en un himno y un referente de la Semana Santa Ciezana, que emociona por sus acordes y sobre todo por su solo de trompeta que no deja a nadie indiferente. Son muchas las composiciones para la Semana Santa, que continúan interpretándose no solo en Cieza, sino en muchos pueblos y ciudades de nuestra geografía. Alguna de estas composiciones, son: “Ángel Triunfante”,”La Aparición”, “Virgen del Buen Suceso”, “La Unción de Betania”,” La Cortesía”, ”Santísimo Ecce Homo”, “San Pedro”, “El Anda”, “Virgen de Gracia y Esperanza”, “Santa Mª Magdalena de Cieza”, “El Descendimiento de Cristo”, “La Samaritana”, “El Cristo de la Agonía”, “El Beso de Judas”, “María Salomé”, “La Sagrada Cena”, “El traslado del Señor de la Cama”, “Virgen del Amor Hermoso”.
Como no podía ser de otra forma considerando su profunda esencia ciezana, también compuso los Himnos de dicados a los Santos patronos de esta villa, el “Himno a San Bartolomé” y el “Himno a la Virgen del Buen Suceso”, y también el “Himno a Cieza”, con música y letra, que se estrenó en el acto del pregón de la Feria en 1997.
Es importante destacar los numerosos homenajes de que fue objeto, por una parte, destacar el homenaje que la Sociedad General de autores de España (S.G.A-E.) en el año 2000 le brindó, junto a otros compositores por sus 50 años de pertenencia a la misma. Así como por sus numerosas aportaciones. Además, la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza, la Hermandad de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza y la Cofradía de la Samaritana, le rindieron homenajes en 1995, 1997 y 1998 respectivamente. A título póstumo fue nombrado Cofrade de Honor por la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y María Santísima de la Humildad de Aspe (Alicante) y de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y Caridad y Cristo de la Paz de Benalúa, de Alicante.
Nos dejó el 20 de diciembre de 2001, pero su legado, su recuerdo, su energía, y sus compases no han desaparecido ni lo harán, porque continúan en cada rincón en que se escucha su música bien sea en la calle, en casa, en un desfile, en una fiesta o en un concierto. A ello, ha contribuido de manera decisiva y lo hará para las generaciones venideras el enorme reconocimiento que el Excelentísimo Ayuntamiento de Cieza le hace imponiendo su nombre al Conservatorio de Música profesional de esta villa, en el acto de inauguración del mismo que tuvo lugar el 21 de septiembre de 2004, y que sin duda es uno de los mayores reconocimientos que puede recibir el Maestro Gómez Villa y que llena de orgullo, cariño y emoción a su familia.
Cecilia Gómez Lucas
Ignacio Gómez Lucas