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Por lo que veo, la historia se repite…Ya me sucedió lo mismo en mi encuentro con Leonard Cohen. Hoy al salir a fuera me encontré pululando entre la gente a Aretha;…sí, sí,…digo bien; Aretha Lousie Franklin, que es su nombre completo. Al igual que Leonard, hacía tan poco tiempo que había abandonado esa dimensión entre los vivos, que todavía no asimila que se halla aquí, al otro lado. Todo vino, porque observé cómo de vez en cuando se acercaba a alguna que otra persona para entablar conversación, y se sorprendía a su vez al no captar su atención;…pobre, pronto encajara su nueva “vida”. No obstante, y teniendo en cuenta que para ella ya no tiene sentido ese dicho de “más vale tarde que nunca”, fui en su busca con el fin de suscitar su incertidumbre existencial, y me presenté, pues daba por supuesto que algún otro personaje en tránsito le había hablado de mí. La verdad es, que el conocerle en persona y compartir su historia resultó todo un privilegio. Fue una artista, que para lograr el respeto y fama adquiridos a lo largo de su carrera, y alzarse con ese título nobiliario de “Reina del Soul”, que así era como se le conocía, no recorrió ciertamente un camino plagado de rosas. Según me confesó, desde que partiera con apenas seis años de su Menphis natal, hasta sus últimos días en Detroit, USA, hubo un montón de hechos desconocidos, que a buen seguro labraron su fuerte personalidad;….quién lo iba a pensar: haber convivido con un padre mujeriego y autoritario; una madre que se va de casa cuando no era más que una niña; haber tenido su primer hijo con tan solo doce años, y un segundo bebé con catorce de padres diferentes; haber sufrido maltrato por sus diferentes parejas; ….alcoholismo. …Vamos, lo que fue una vida envuelta en vicisitudes permanentes que no llegaban a apreciarse cuando aparecía sonriendo en las fotos de las revistas y en la televisión, pero que si afloraban en el sentimiento que manifestaba sin duda al cantar; lo dicho, quién lo hubiese imaginado. Aretha me desveló que sus primeros pasos en la música fueron en un coro de góspel, y que a sus dieciocho años hizo las maletas y se marchó a recorrer todos los escenarios de los tugurios nocturnos de Nueva York, en donde no tardó en ver algo especial en ella un cazatalentos de la Columbia Records, con la que lanzaría diez álbumes. Aunque su máximo esplendor vendría de la mano de la discográfica Atlántic Récords, y más en concreto con la versión que hizo del “Respect“ de Otis Redding en 1967. Y ahí va, en palabras de la propia artista el motivo particular que contribuyó a que hiciese suya aquella canción, y que como siempre me gusta relatar. Resulta que Otis la compuso para que la cantara a modo de balada un tal Speedo Sins, un cantante que hacía las veces de manager de él, pero que afortunadamente, y para lo que llegó a ser el tema, sus limitaciones bucales contribuyeron a que éste finalmente no pudiera cantarla, con lo que en 1965, su compositor la acabó grabando. Por lo visto, a Otis, la inspiración para componerla le vino tras regresar a casa después de una gira de conciertos y sentir que su esposa no le prestaba la atención ni respeto que se merecía, y de ahí su título. Aretha la descubrió en un festival en el que coincidió con el cantante a sus 25 años, y dado su contenido y teniendo en cuenta las malas experiencias sentimentales por las que ella había pasado, no dudó lo más mínimo en verse en la necesidad moral de hacer la contrarréplica con una versión singular, en la que ella se ponía en la piel de esa mujer a la que Redding lanzaba sus demandas, para proclamar que ese marido que llega a casa es en realidad quien tiene que ganar los favores y admiración de su mujer. Una vez en el estudio de grabación, llevó el tema al soul, aceleró su ritmo y aumentó sus compases. Después, de la mano de sus hermanas Enma y Carolyn, introdujo unos coros con los que poco a poco la canción daba más fuerza a la melodía. Y para que la polémica no quedara a un lado, mientras Aretha deletreaba cantado el título de la canción: “R…E…S…P…E…C…T”, los coros de sus hermanas repetían la frase “Sock It to Me” (Dámelo ya”; una expresión que se hizo muy popular por aquel entonces en Estados Unidos por un programa de televisión que se llamaba así. Ahora bien, la entonación de las coristas llevaban su pronunciación a dar a entender que decían “Suck It to Me”, un dicho que hace referencia a la práctica del sexo oral. La cuestión es, como el que no quiere la cosa, que su “Respct” se convirtió en todo un himno generacional. Un canto que los movimientos feministas harían suyo, que terminaría sentándole en ese trono de “Reina del Soul” y convirtiéndole en un auténtico referente en la defensa de los derechos humanos por su lucha contra la igualdad de género e interracial; una popularidad y éxito difícil de asumir por una sociedad americana en declive que por aquellos días todavía guardaba en su seno resquicios de los amigos del KKK. El impacto de aquella versión fue tal, que la revista Rolling Stone, la llegó a considerar la quinta mejor canción de todos los tiempos, por no hablar de películas que se desarrollan en aquella época mítica, como es el caso de “Forest Gump” o “Platum”, y filmes más modernos como “El diario de Bridget Jones”, cuyos directores no titubearon a la hora de incluirla en sus bandas sonoras. Nunca Otis Redding hubiese imaginado que iba a ganar tanto dinero por los royalties generados por una composición suya sin moverse del sillón de su casa.
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…Y ahí quedó la visita de esa “Reina”. Hacía tiempo que alguien no me sorprendía. Se puso delante de mí, abrió sus brazos y lanzó un explosivo “Gooooodby al viento”, y caminando de espaldas, se fue alejando mientras deletrea su canción: …”R…E…S…P…E…C…T”
Eleanor Rigby.
“Respect”: Otis Redding 1965:
“Respect”: Aretha Franklin 1967: