Desde siempre, en los libros de ciencia que estudiábamos en la escuela nos era explicado de un modo aséptico, preciso y conciso los orígenes del universo, mas nadie se ha tomado la molestia, (diría que no conviene), que tras esa explosión estelar está la música. ¡Sí! Ese conjunto de notas, acordes, arpegios, escalas y pentagramas que te hacen soñar y delirar.
Desde el principio de los tiempos esta gran señora ha estado aquí sosteniéndonos, acompañándonos, acunándonos, permitiendo extraer nuestras emociones más recónditas y escondidas.
Los primeros seres humanos tocaban primitivos instrumentos hechos con todo aquello que hallaban: huesos de un animal, caracolas, o cualquier cosa útil para dar luz a una ilusión. Las pinturas rupestres están unidas a la música. De hecho, tal vez estas puedan ser entendidas si reconstruimos uno de aquellos dispositivos destinados a estremecer. Pero: ¿Por qué buscaban llenar su tiempo edificando cosas así?
La respuesta es sencilla: para complacer a su diosa de la tierra, a fin de buscar fertilidad y buenos augurios para lograr partos sin complicaciones.
¿Sabes? La música era sinónimo de magia.
Con el paso del tiempo fueron compuestas danzas rituales al fuego, al viento, a la tierra y al agua, con el fin de obtener el equilibrio necesario para la supervivencia en la región. Así, los miembros de la tribu se reunían en el templo y bailaban, bailaban y bailaban. Ellos conocían el poder del ritmo, el poder de las estrellas, el poder de su corazón y eran uno.
Nuevos hombres llegaron; nuevas costumbres reemplazaron a sangre y fuego esos cantos y bailes para ellos inauditos y obscenos; nuevas creencias y religiones fueron implantadas a costa de la muerte bajo pena de te conviertes o te vas. Te conviertes o mueres. Aun así la música no fue apagada. Se transformó.
Se transformó en una canción de cuna, en cantos en el río, en canciones para sanar, para nunca olvidar de dónde vienes ni quién eres. Cada harmonía, cada ritmo y cada melodía conecta con tu pasado, presente y futuro y te dice, (nos dice): ¡Eres música! Porque siempre que haya amor, música, sueños y esperanzas: ¡Habrá música!
Presentación e interpretación del tema «ecos de la prehistoria», de neønymus. Concierto grabado en el espacio escénico de La Piedad de Lerma (Burgos), el 23 de diciembre de 2012.
Conchi Mora Forte.
Alumna de la Escuela de Música AAMY.